"Miseria de los cortesanos": con ese título dedicaba recientemente el semanario francés "Marianne" un editorial a criticar sin contemplaciones el servilismo de muchos periodistas en el país vecino.
Citaba el editorialista al gran Balzac, cuya "Monografía de la prensa parisina" sigue teniendo sorprendente vigencia más de un siglo después de su publicación en Francia.
El presidente francés, el socialista François Hollande, "hace tiempo que se imagina periodista y pretende manipular mejor que nadie" a los profesionales, escribía "Marianne".
Hollande ha sabido aprovecharse de esa debilidad del alma humana que es el servilismo, concediendo audiencias y haciendo revelaciones a los periodistas de su predilección para, halagándolos, atraerlos mejor a su causa.
"¿Quién mejor que Balzac, se preguntaba más adelante el editorialista, ha conseguido describir esas inmutables taras periodísticas que con tanta frecuencia convierten a esa casta de gente fatua en deudores de los poderosos?".
"El hombre de negocios ve en un diario una inversión cuyos intereses se le pagan en forma de influencia, en placeres y a veces incluso en dinero", escribió también Balzac.
Otro blanco de los ataques del semanario francés son esos empresarios de la telefonía móvil que se hacen con el control de la prensa escrita con el único objetivo de servir a los intereses comerciales de otro sector.
"Reducir el papel de un diario a un simple encarte publicitario encargado de aumentar abonos telefónicos, es dar la puntilla a una prensa ya maltrecha", criticaba Marianne.
¿No es hora de releer al autor de "LA COMEDIA HUMANA"? Y, ¿no deberían hacernos reflexionar todas esas consideraciones también a nosotros?
En mi columna titulada "¿Qué destino aguarda a la socialdemocracia?" saqué de la tumba a François Mitterrand al escribir su apellido en lugar del de Hollande. Pido por ello perdón al lector.
