Una intervencionista frente a un proteccionista. La peste y el cólera. El debate mostró lo ya sabido: Clinton y Trump son tan europeos como Hollande o Le Pen. Y no cito a los líderes españoles porque aquí todos son progres. Están convencidos de que la clave de la felicidad de un pueblo figura en el Gobierno. El sueño americano tiende a cero.
Las encuestas indican que ganó Hillary. Normal, tiene a favor al universo mediático, circunstancia que se notaba aún siguiendo el debate en directo así que medio dormido.
En su día Rajoy vapuleaba a ZP en los debates en el Congreso y después resulta que el de León -que es de Valladolid- había ganado al de Pontevedra -que es de Santiago- certificando el clásico abismo entre opinión pública y publicada.
Donald salió temblando, por muy teatrero que sea, ya que al menor desliz se le habría echado encima el agitprop y a estas horas yacería cual picadillo.
Aún así, Clinton se excedió en sus artimañas. Mal asunto que sean tan obvias sobre todo porque los 30.000 correos electrónicos que, como número dos de la gran nación americana, hizo circular fuera de control responden a una voluntad sistemática de engañar, trapisordear y burlar a la ley. Más de lo mismo.
Lo de Trump es aún peor. Considera, como aquí Pablo Iglesias II -y Castejón y Rajoy y todos los carpetovetónicos- que el libre comercio es una calamidad. Apunta a la autarquía que, sí, asegura el pleno empleo... y al año siguiente, la ruina total.
Entre Guatemala y Guatepeor no se puede elegir. ¡Estos neo europeos!
