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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La confianza

Pues la verdad es que, dicho con todo el respeto posible para quien hace la oferta, no son pocos los que aquí desconfían de eso que dijo Albert Rivera acerca de que "hablará con todos", y de forma especial con la lista más votada, una vez que se conozcan los resultados del 25-S. Y es que su señoría ha de entender que los precedentes parlamentarios que su grupo, siguiendo sus órdenes, ha asentado estos meses, no son como para prestarle un maravedí sin garantías, Y no es manía persecutoria: buena parte de sus Ciudadanos quisieron hacer presidente no al candidato más votado, sino al del PSOE, y ahora, aunque lo nieguen, se habla en Madrid de un posible tripartito con PSOE y Podemos para "desbloquear" la situación sin los independentistas catalanes.

Pero es que, además, don Albert y su hueste han pactado en términos municipales con casi todo el arco político de este país. Eso no significa ni que sea pecado ni que no pueda repetirlo a otra escala, como hizo en varias autonomías: depende. Pero la confianza, para cualquiera, ha de sustentarse en una línea recta de conducta, que puede que no sea lo habitual en algunos partidos de este país, aunque sí es norma general en las gentes honradas.

Ítem más. Allí donde ha facilitado la formación de gobiernos a la lista más votada, a continuación no los trata por igual. En Madrid fustiga a la presidenta de la comunidad -del PP-, a la hora de aprobar los presupuestos, y vota con la alcaldesa -de Podemos- en ocasiones que espantarían a los auténticos centristas. Y en Andalucía, su grupo parlamentario se inhibe cuando se toca la corrupción de una Junta, a la que apoya, mientras ejerce de Inquisición en otros lugares.

En todo caso, el centrismo no es vaivén, sino idelogía, como tampoco lo es pactar con unos y otros porque sí para ejercer después un control que es más policial que político estableciendo condiciones que suponen injerencias en los asuntos internos de otras fuerzas. Y eso no genera confianza ni regeneracionismo, y tampoco otorga el carnet de moderado. Como opinión personal habría que decir que no es centrismo, sino oportunismo, para adquirir cuotas de poder indirecto que le permitan en su momento hacerlo directo.

Y no se trata de descalificar a Ciudadanos o a su líder. Sólo de una opinión crítica hacia su etérea filosofía política y su absoluta falta de proyecto concreto para Galicia, sustituido por lugares comunes. Desde luego, los votantes están en su derecho de no compartir la opinión que se expone y respaldar o no a ese partido u otros. Pero el "regeracionismo" debería empezar por no decirle al electorado verdades a medias, porque no suelen ser medias verdades sino mentiras dobles.

¿No...?

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