Hace cuarenta años, Armando Guerra volvía a nacer por estas fechas. Sin embargo, no era consciente de tan venturosa suerte porque llevaba cuarenta días adormilado en una cama del Hospital Domínguez. Un accidente de circulación en el centro de Pontevedra estuvo a un tris de costarle la vida.

En mala hora aceptó dar una vuelta en una moto prestada con su buen amigo Andrés Puga. Ocurrió al anochecer del martes 31 de julio de 1976.

La moto donde iban Andrés y Armando subía por Arzobispo Malvar, y desde el Ayuntamiento venía un turismo PO-339.746 conducido por José M. Estévez Filgueira, que trataba de girar a su izquierda frente al Gobierno Civil. El coche tenía que ceder el paso, pero no lo hizo.

La colisión no resultó muy violenta, pero Armando se llevó la peor parte, porque salió catapultado unos quince metros. Andrés también resultó herido de consideración. Solo la moto no sufrió daños muy graves.

Durante los cuatro meses siguientes, Armando y Andrés fueron los internos más visitados del Hospital Domínguez. No pasó un solo día en que no estuvieran acompañados por un montón de amigos siempre pendientes de su lastimoso estado. Seguramente ese calor humano contribuyó mucho a su recuperación milagrosa.

Aunque su cabeza quizá acusó el golpe, Guerra continuó siendo el mismo soñador que su buen amigo Manolo Yáñez plasmó recientemente pilotando un aeroplano en un magnífico vídeo.