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Ilustres

Sentido común

No hace mucho tiempo, Ramón López de Madarnás, una autoridad en inteligencia artificial (cada día me da más pereza emplear las mayúsculas fuera de los nombres propios) decía literalmente que "ya se trabaja para que las máquinas tengan sentido común" (en gallego sentidiño, sin adjetivos, algo similar al seny catalán) lo cual parece un avance extraordinario: o no; por ejemplo: alguien escribe una novela donde todo es disparatado, no sé, las estirpes de García Márquez con rabos de cerdo y chicas que levitan, las mujeres que en El Rodaballo de Grass tenían tres tetas, o Kafka inventa a un señor que una mañana se despierta transformado en un insecto, por ejemplo, y si estás trabajando con un ordenador inteligente (o un aparatejo semejante: parece ser que los ordenadores tienen los días contados), la máquina, haciendo alarde del adquirido sentido común, te propondrá (hasta es posible que te prohíba emplearlas) desechar esas páginas porque, precisamente, carecen de sentido común.

En realidad, casi todo el arte está (afortunadamente, pienso) fuera de eso que se llama sentido común. A mí es que esto de las máquinas con sentido común me preocupa; no es que descrea de los avances de la ciencia, de los progresos tecnológicos (pienso que son más arriesgados e innovadores que los que últimamente han producido las artes) pero me gustaría saber qué parámetros de sentido común vamos a implantar en las máquinas. Si el sentido común es el que tienen los concursantes de "mujeres y hombres y viceversa" (creo que esa otra joya de la rebosante corona de telecinco se titula así), pues escaso favor se le hace a una máquina.

Vamos al grano: ¿qué sentido común van a tener las máquinas? ¿El de Sánchez Ferlosio, Gregorio Morán, Félix de Azúa, Soledad Puértolas o el del agricultor que me encontraba todos los días en el pueblo para coger el pan que venía en una furgoneta? Ese sentido común, esos distintos sentidos comunes, me valen. Pero si a mí me intentan vender una máquina con el sentido común, por poner otro ejemplo, de los integrantes de la nómina de "sálvame", me exilio y no quiero una máquina así ni aunque me sea indispensable como respirador artificial para seguir viviendo, que además estará programada para dejar de funcionar cuando detecte que el gasto del tratamiento es superior al establecido y que puede menoscabar las nóminas y los sobresueldos y otras prebendas de una clase política que, por cierto, parece bastante horra de sentido común.

Una máquina con el cerebro de algunos tertulianos políticos sólo puede tener una finalidad exterminadora. Quizá lleguemos a un futuro en el que las máquinas dispongan del sentido común que en general nos falta a los humanos; quizá hasta estén trabajando en ellas becarios brillantes que dirigidos por unos jefes con sentido común, cobran una mierda currando durante dieciséis horas para alcanzar esa máquina que, sospecho, tendrá un sentido común particular y perverso, el del jefe que gana miles de euros por un horario normal y no el sentido común del becario explotado que es el que en el fondo a mí me interesa.

Será extraordinario dejarse aconsejar por una máquina, prescindir de los confesores y de los psiquiatras y de los psicólogos. Hall, el ordenador central de 2001: Una odisea del espacio, no carecía de cierto sentido común; ni de sentimientos: No lo hagas, Dave, lloriquea cuando el astronauta va a proceder a su desconexión. Claro que tampoco hay que dejarse impresionar por las palabras alentadoras de López de Madarnás ya que, en ese ejemplar de Faro de Vigo, de fecha diecisiete de julio (un día antes del aniversario de esa gesta del sentido común que fue el alzamiento nacional asimismo llamado salvajada), un poco antes de la entrevista, uno hojeaba el periódico y se encontraba con cosas como Rosi, travesti, 19 añitos, guapísima, besucona o Madurita gallega, cariñosa, 130 pechos, 25 euros y ahí no cabe el sentido común porque esos anuncios convocan, unánimemente, a alguna parte del cerebro con conexión directa con nuestros bajos fondos que cuando toman las riendas, son, felizmente, inaccesibles el sentido común.

Más adelante uno ya se encontraba con algo que sí carece de sentido como son las esquelas y la muerte, aunque las personas con fe religiosa entiendan a esta última como un tránsito que culmina algo o que nos lleva hacia un paraíso para comprender el cual, seamos serios, hace falta de todo menos sentido común.

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