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Antonio Rico

Canción de hielo y fuego

Ver "First dates" en Cuatro y a continuación ver en la misma cadena un capítulo de "Wayward Pines" es como beber directamente del tetrabrick un libro de vino Don Simón y después pedirse una copa de Chateau Haut-Brion del 2003. Como escuchar durante una hora a David Guetta y después atender a las canciones del primer disco de Leonard Cohen. Como llenarse la boca de petazetas y después degustar un suave salmorejo de remolacha y sandía. Como leer los poemas que en internet se atribuyen a García Márquez, Benedetti o Neruda y después leer a los verdaderos García Márquez, Benedetti o Neruda. Como llevar demasiado rato paseando por un Carrefour, girar una esquina y encontrarse perdido en medio de la mezquita de Córdoba. Oler un ambientador de pino para el coche y cambiarlo por las hojas verdes recién cortadas de un manojo de puerros frescos. Sentarse a disfrutar de un programa doble compuesto de "Los albóndigas vuelven a liarla 3" y "Ladrón de bicicletas". Concentrarse en la voz de Amaia Montero y luego en la de Billie Holiday. Ver a los Morancos y luego a los Monty Python.

"Cari, después de haber asistido durante más de una hora al programa más chusco, hortera y hueco de la programación televisiva actual, ¿te apetece que veamos un capítulo de la serie más enigmática, sofisticada y críptica del panorama internacional?". "Ay, sí, mi amol, no cambies de cadena, que percibo una conexión atávica, una continuidad telúrica y parasemántica entre Carlos Sobera y Matt Dillon". "Como me alegro de que opines como yo, compañer@, los misterios que encierra la valla electrificada de Wayward Pines es lo único que puede distraerme de la tensión erótica entre Carlos, aventurero e inseguro 48, y Carlota, peluquera y polisexual 41". Ver "First dates" en Cuatro y a continuación ver en la misma cadena un capítulo de "Wayward Pines" es como tener la cabeza metida en hielo y los pies dentro de una hoguera: la estadística dirá que el espectador goza de una agradable temperatura media, pero no consta que nadie haya hecho jamás la experiencia para confirmárnoslo.

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