Galicia cuenta con un paisaje y una naturaleza variada y espectacular. Pero podría ser mejor. Y la culpa es nuestra. En primer lugar, por la pésima gestión de los residuos. Afortunadamente, hemos avanzado en la sustitución de las muy contaminantes fosas sépticas por alcantarillado. Pero ese alcantarillado acaba vertiendo en nuestros ríos y rías sin el tratamiento adecuado. Existen casos sangrantes, como la depuradora de Santiago de Compostela; una vergüenza para una capital que presume de verde. Pero el problema está generalizado. Aunque hay avances, estamos siendo socialmente muy permisivos. Deberíamos apretar mucho más.

En los últimos años hemos comenzado, por fin, a hablar del feísmo arquitectónico; a los innumerables disparates que dominan nuestros pueblos y aldeas, pero también villas y ciudades. Hemos legislado en este frente, pero lo hecho no es suficiente. Existe una clara discontinuidad en la frontera con Asturias, Portugal o Castilla y León que debería hacernos reaccionar y actuar en consecuencia. En este caso, son los ayuntamientos los que deben llevar la voz cantante. Pero es verdad que es un problema que viene de muy atrás y que cuenta con el aliado de una deficiente cultura estética en la que hay que trabajar mucho. Y la Xunta debería coordinar y diseñar estrategias globales.

Galicia tendría todas las papeletas para convertirse en un país de caminos, de sendas de peregrinación, viaje y paseo. Paseos que uniesen nuestras villas escapando del concepto de "paseo marítimo", tan costoso y excesivo a veces. Necesitamos simples senderos. Y necesitamos que la red principal, la de los "caminos de Santiago" fuese referencia para todo lo demás.

Vivir en Galicia es un lujo. Pero podría serlo más si nos lo propusiésemos.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

@SantiagoLagoP