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Paris en Washington

Paris Hilton podría presentarse a candidata a la Presidencia de Estados Unidos en el futuro. Me puso la mosca detrás de la oreja una estupenda entrevista de Juan Suárez en "Diario de Ibiza" en la que Hilton (el primer paso para la nominación es llamarla por el apellido, como ha pasado con la mujer antes conocida como Hillary) es capaz de incorporar a su extraordinario mundo el mundo ordinario y todo su discurso comúnmente aceptado.

Para la mentalidad común del famoseo, refrendada por los rankings de las redes sociales, la desde hace 6 años disc-jockey es una triunfadora, pero también sufre discriminaciones, aunque no las llame así. La negativa es que la cabina del disc-jockey "sigue siendo un mundo de hombres". La cabina de cristal tiene techo de cristal. Pero ella es un referente, ve que inspira a muchas mujeres y eso feminizará las cabinas en el futuro. La discriminación positiva que sufre la perjudica. El terrorismo le parece terrible -lo que tiene sentido- y ser famosa podría convertirla en objetivo. Pero sabe sobrellevarlo porque es libre, fuerte y no teme a nada, dice, de nuevo inspiradora.

Hilton no es una egoísta incapaz de salir de su plano personal y por eso sueña con seguir haciendo crecer su negocio, ser feliz y "hacer de este mundo un sitio mejor para bailar, pasarlo bien y olvidar las cosas malas que están pasando, porque la vida es muy corta". Ese sueño, convertido en programa, podría llevarla a la Casa Blanca según los criterios del nuevo paradigma. Dado que las cosas malas de mucha gente son las cosas buenas de otros pocos, no hay que perder el tiempo en cambiar algo tan polémico. Lo que hay que hacer es un mundo mejor, si no para vivir, sí para bailar, donde, como la vida es muy corta, lo mejor es olvidar las cosas malas que están pasando. Es cuestión de tiempo que Paris Hilton reciba, bailando, el maletín nuclear.

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