Opinión | El meollo

Rafael L. Torre

El báculo de La Peregrina

La custodia del báculo de La Peregrina es como si fuera un asunto de estado, cuyo intríngulis conocen bastante bien los miembros de la cofradía; sin embargo los pontevedreses ignoran casi por completo tan endiablada cuestión. Donado por Bernardo López Suárez-Cobián, gran prohombre de esta ciudad, la propiedad del báculo corresponde a la reputada cofradía, pero su salvaguarda corre a cargo de la dadivosa familia. Ahí empieza el lío.

Consuelito López Durán, hija de don Bernardo, casada con Claudio Losada Fernández, asumió mucho tiempo dicha tarea con admirable diligencia, y otro tanto hace ahora su sobrino Bernardo López Abadín, si los parentescos reseñados son correctos. Durante un tiempo, el báculo también se guardó en la caja fuerte de la oficina del Banco Hispano Americano más próxima a La Peregrina en la calle Michelena, hasta que tal sistema resultó inviable. Pero nunca estuvo a cargo de la cofradía.

Salvo excepciones muy contadas, el báculo de la discordia ve la luz y acompaña a la virgen única y exclusivamente en su día grande e inmediatamente después de que finaliza la procesión, se recoge enseguida y permanece a buen recaudo hasta el año siguiente. Así fue y así continúa siendo, pero la tirantez que suscita esa aparente desconfianza entre la cofradía y la familia ha resultado ayer y sigue resultando hoy bastante patente, aunque unos y otros guarden las formas debidas.

En cierta ocasión algo lejana, el malestar llegó al extremo de que un directivo de la cofradía de La Peregrina tuvo el mal pensamiento de birlar el báculo, plantar cara y negar su devolución a la familia. Aquel remedio pareció luego peor que la enfermedad y finalmente se impuso la cordura.

Tan endiablado resulta el fondo del asunto que, indefectiblemente, quienes están en todos sus detalles bajan la voz y ponen tono confidencial cada vez que comentan algunos de sus pormenores más peliagudos para pasar de puntillas y no despertar a la bicha. Hasta ahora, que se sepa, la virgen no ha tomado partido por nadie.

El meollo de la cuestión está en encontrar con diplomacia vaticana la mejor forma de acabar con esa rivalidad posesiva y casar el exceso de celo de la familia con la falta de seguridad de la cofradía a la hora de custodiar el báculo de La Peregrina.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents