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la mirada

El ADN del PP

| Estabilidad. Equilibrio, consistencia, solidez, firmeza, permanencencia, perdurabilidad, continuidad ... son todos ellos sinónimos de estabilidad. Y la estabilidad, que según la RAE, significa "que se mantiene sin peligro de cambiar, caer o desaparecer" es el concepto al que más aludió ayer el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, al anunciar que las elecciones serán el 25 de septiembre. No es un término nuevo en el ideario de los conservadores gallegos. Forma parte de su ADN, pero ahora más que nunca quieren exhibirlo. Los populares gallegos, que quieren ser identificados como el paradigma de la estabilidad en estos tiempos convulsos de la política española, se disponen a martillear a los electores con la estabilidad de la que dicen ser garantes para contraponer al "caos", las "tensiones", "la aventura", el "parálisis" y las "tensiones" que, según su versión más catastrofista, puede suponer la alternativa al PPdeG, un bipartito aún no sabemos liderado por quien. Los populares ya ensayaron la pócima en las generales, cuando recuperaron 34.000 votos en Galicia, al contraponer en la campaña la mayoría absoluta de la Xunta con la necesidad de convocar otros comicios por falta de acuerdo en Madrid, ante la falta de mayorías absolutas. Feijóo se lanzó ayer a la conquista de su tercera mayoría absoluta y exhibió de nuevo la estabilidad como su máxima bandera. ¿Es también su mayor logro?

| Balance. En el PPdeG se ven en condiciones de lograr la hazaña de repetir mayoría absoluta, cuando en el resto de España ningún presidente autonómico dispone de tal margen de poder. Lograr más de 37 escaños será todo un hito para Feijóo, si lo consigue y entonces su protagonismo en la escena estatal se agrandará. Tras las municipales del año pasado, ni se lo podían imaginar en el PPdeG. No dan la victoria por hecha, pero la acarician, y en la oposición no lo descartan tampoco. ¡Las vueltas que da la vida y más la política! Además desde entonces la oposición le ha echado un cabo. Liada en trifulcas internas, ayer no acertó más que a cuestionar un "adelanto" electoral que no es tal y a criticar el "seguidismo" de Feijóo con respecto a Urkullu. ¿Semana arriba, semana abajo tan importante es cuándo cuando se celebren los comicios? ¿Importa a los gallegos ser llamados a las urnas el mismo día que los vascos? ¿Castigarán a Feijóo por ello? ¿Por qué la oposición desaprovechó la ocasión para poner en solfa la gestión del presidente de Galicia en los últimos ocho años? Ésta tiene luces pero también sombras. Habrá muchos que suspendan el balance de sus dos mandatos, pero a 54 días de la cita con las urnas, los electores críticos con los resultados de la acción de gobierno de Feijóo no atisban una alternativa porque el PSdeG está fracturado e inmerso en una batalla por las listas al Parlamento, y En Marea y Podemos, a estas alturas, no han sido capaces de integrar sus diferencias y entenderse. ¿Pueden formar matrimonio de conveniencias quienes no son capaces de poner orden en su propia casa? Si quieren convencer a los votantes de que sí, deben darse prisa y ponerse las pilas.

| Desgaste. "El poder desgasta solo a quien no lo tiene", proclamaba con acierto el no tan venerable político italiano Giulio Andreotti, y la legislatura gallega así parece demostrarlo. La oposición llega a las urnas en peor estado de forma que el partido en el poder. Y así Feijóo tras reunir a su Gobierno y convocar las elecciones para el 25-S se fue a la comarca de O Carballiño a hacer precampaña, en su tú a tú con los votantes, desde un banco. Su principal rival ideológico, Ciudadanos, estuvo, sin embargo desaparecido en combate. Ni una valoración oficial, y en su página de Facebook la última entrada era del pasado 30 de julio, compartiendo la foto de la dirigente catalana Inés Arrimada en el día de su boda. ¿Así aspira a ser partido bisagra en Galicia y hacerse un hueco en el caladero de votos del PP?

| La coartada de Urkullu. Dirigentes del PPdeG defendieron ante Feijóo que debía adelantar las elecciones gallegas y que éstas coincidiesen con las generales de junio, pero el titular de la Xunta entonces rehusó porque no quería actuar de forma partidista. Tras recuperar más de 34.000 votos en junio, y ver como En Marea se desfondaba con casi 67.000 papeletas menos y el PSdeG, a duras penas lograba recuperar la segunda plaza, nuevas voces surgieron en el PPdeG que apuntaron que quizás debía pensar en fijar la cita electoral para septiembre, y no esperar a octubre. Ya entonces la fecha del 25-S estuvo en la mente de más de uno. Feijóo volvió a declinar, hasta que el lehendakari le presentó la coarta perfecta. Urkullu optó por el 25-S para intentar frenar a Podemos, que se sitúa como segunda fuerza en el País Vasco y el pasado junio volvió a crecer en votos, al contrario que en Galicia. Al líder gallego le viene bien también acudir a las urnas cuanto antes, porque puede cumplirse el análisis del lehendakari vasco, que da por hecho que las dos comunidades llegarán a la cita con las urnas sin resolverse el sudoku político de Madrid, lo que reforzará la receta de "estabilidad" del PPdeG, al contraponer la conveniencia de una tercera mayoría absoluta, frente a partidos, en punto de desencuentro . Ayer mismo Feijóo no descartaba que España tenga que ir a unas terceras elecciones y decía entender el "hastío" de los ciudadanos. Además, En Marea no tiene candidato, asume el riesgo de lanzar a un desconocido a menos de dos meses de la cita con las urnas, y está peleada con Podemos. En el PSdeG la confección de las listas ha vuelto a escenificar la fractura del partido, tras las primarias. Xaquín Fernández Leiceaga, como candidato, busca unas listas de consenso, pero no podrá contentar a todos, y con su decisión elegirá con quien quiere contar para intentar que el PSOE gallego se mantenga como la segunda fuerza de O Hórreo. Feijóo, ¡qué suerte!, ya no puede ser acusado de partidista, la decisión la tomaron por él .

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