Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Apocalipsis

El sentido común nunca engaña. Mariano Rajoy estaba obligado a aceptar el encargo del Rey.

No había otra.

No podía alegar que, ya que lo van a rechazar, rehusaba de entrada.

Nadie va a un examen -valga el símil- contando de mano con que el profesor le aprobará sin ninguna duda. El estudiante se presenta, hace el ejercicio correspondiente y después es calificado. Si aprueba, excelente; si no, para la siguiente convocatoria.

Y si ese alumno sospecha con fundamento -como es el caso- que va a suspender no se presenta. Pero nada de lloriquear, dar la lata y marrullar sin fin insistiendo en que deben darle matrícula de honor antes de la prueba.

Era inaceptable la permanente procrastinación del registrador y aquel mantra escandaloso del pasado invierno: o soy investido a priori o ni lo intento pero, ojo, tampoco renuncio así que hasta el valle de Josafat.

No sobra indicar que, según algunas profecías, el fin del mundo tendrá lugar hoy mismo, con la inversión de los polos magnéticos del planeta y el rapto secreto -que ya anunciara el Apocalipsis- con el que el Mesías, en su segunda venida, se llevará al paraíso a los justos. Con esperar apenas unas horas es suficiente.

Atención que para la súper retorcida mente de Rajoy una cosa es aceptar el encargo y otra ir a la investidura.

La parusía catalana y la imputación del PP han complicado aún más las cosas en las últimas horas. Rajoy barrunta el fin de su mundo. Acepta el envite pero sospecho que solo retóricamente.

Compartir el artículo

stats