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Honra, desagravio y sucedáneo

Tal día como hoy, 24 de julio, pero en 1954, el homenaje a Valle Inclán en Pontevedra de los participantes en el III Congreso de Poesía que empezó veinticuatro horas después en Santiago, tuvo mucho de desagravio.

De acuerdo con Sabino Torres, pocos días antes de aquella jornada prevista entre los poetas consagrados y los nuevos poetas de la colección Benito Soto, él mismo descubrió por casualidad que la figura granítica de don Ramón había desaparecido de la noche a la mañana, y se armó la marimorena.

Todo el mundo se sorprendió, según su relato, por la evaporación de una estatua de dos mil kilos de peso y casi tres metros de altura. Un hecho absolutamente incomprensible. Porque lo cierto y verdad es que habían pasado ya cuatro meses desde su retirada efectiva por mandato del Ayuntamiento.

En cuestión de pocos días, los poetas locales improvisaron otro monolito para la ocasión, que encontraron en una cantera de san Cibrán.

La incansable creatividad de Rafael Alonso y la colaboración necesaria del arquitecto municipal Emilio Quiroga, resultaron determinantes para aquella sustitución in extremis por una piedra formateada, de tamaño mucho menor, donde un cantero cinceló el célebre soneto dedicado por Rubén Darío:

"Este gran don Ramón de las barbas de chivo, / cuya sonrisa es la flor de su figura, / parece un viejo dios, altanero y esquivo, / que se animase en la frialdad de su escultura?."

Ante el pedrusco ubicado muy cerca del monolito retirado se desarrolló el homenaje proyectado a media tarde del 24 de julio. Por algún imponderable tampoco reseñado, el acto se retrasó un día, y tanto Sabino en su libro, como la piedra misma dataron erróneamente su celebración el día 23.

El alcalde Argenti Navajas, el mismo que propuso el traslado de la escultura, dio la bienvenida a los congresistas ante el pedrusco improvisado y agradeció en nombre de Pontevedra el homenaje a Valle Inclán. ¿Tal cosa dijo por impensable desfachatez, por cordura o por mala conciencia?

El Ayuntamiento también ofreció una recepción a los congresistas y allí fue donde Carlos del Valle Inclán agradeció el homenaje tributado a su padre, sin ninguna alusión al monumento retirado.

Antes de su partida hacia Santiago, una comisión de poetas saludó en su domicilio a Josefina Blanco, viuda de don Ramón. Allí tampoco se clarificó el entuerto que, seguramente, no resultó tal.

Gerardo Diego, García Nieto, Carmen Conde, Gamallo Fierros, José Mª Castroviejo, Pura Vázquez, Carles Riba, Edmundo de Ory, Walter Starkie o Ferreira da Cunha (el congreso era de ámbito internacional), entre otros muchos, vivieron en esta ciudad aquella emotiva jornada, en animada camaradería con Filgueira Valverde, Iglesias Vilarelle, Viñas Calvo, Aurora Vidal, Cuña Novás y Álvarez Negreira, entre otros muchos poetas locales, a quienes en mala hora Sabino Torres calificó "de tercera división", porque molestó a más de uno con aviesa intención.

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