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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El repaso

A la vista de lo ocurrido -y de los precedentes- quizá alguien tendría que replantearse de cara a la próxima legislatura un cambio en el Reglamento de la Cámara gallega. Y no para que unos intervengan más que otros, para retocar emolumentos o limitar la crudeza de algunos debates, sino para buscar conexión entre las cosas que dicen allí los representantes y la realidad que fuera viven los representados.

(Es posible que, hablando de cambios, no estorbase reclamar, con el debido respeto, que a la hora de designar portavoces, siquiera suplentes, los diferentes Grupos exigiesen un cierto nivel retórico y un mínimo conocimiento y preparación de los asuntos. Al menos, para prevenir jugarretas internas -ya ocurridas alguna vez- de aportar al interviniente datos erróneos para favorecer su ridículo y aupar a otro del mismo color. Que, Biblia dixit, de todo hay en la viña del señor.)

Lo cierto es que en la última -probablemente- sesión de control de la legislatura, el hemiciclo -y su entorno, que también tiene sentimientos- vivieron un tostón soporífero que demuestra que cuando no hay trigo es imposible hacer un buen pan. Por eso sucede que, incluso sin ser Demóstenes, la falta de rivales de altura facilita la tarea del presidente Núñez Feijóo hasta cuando tiene un día espeso, y el supuesto "control" se vuelve más bien esperpento.

Y es que en esta ocasión se cumplió el refrán que advierte al esquilador del riesgo de ir por lana y salir trasquilado y, encima, recibir un repaso dialéctico de quien, aun limitándose a citar cifras comprobables, apenas se esfuerza en el argumentario. Y es inútil discutir lo medible: hoy, en Galicia, se vive mejor que en 2009, ya con la crisis en pleno desarrollo, y que en 2012. Otra cosa sería el colmo.

Ítem más. A estas alturas, que desde el PSOE se siga con la idiotez de la "privatización" de la Sanidad, confundiendo el culo con las témporas y los servicios de salud con los aparcamientos, la cocina o la limpieza, sólo demuestra incapacidad. Algo podría arreglarse viajando y comprobando, fuera de aquí, lo que es de verdad la sanidad privada. Pero creer que una golondrina hace primavera en el caso del nuevo Hospital de Vigo, cuya puesta en marcha fue un proceso plagado de errores políticos, es ridículo.

El repaso no mejora con el análisis -desde la opinión personal, por supuesto- de la intervención de AGE. Esta Xunta ha dado, y aún da, motivos para la crítica contundente, pero los aportados desde ese Grupo huelen a rancio y sin un alegato contra casos -supuestos- en los que se implica incluso a socios de esa misma formación y con los que o no rompió o anuncia tratos. Qué cosas...

¿No...?

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