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Economista

Filias y fobias

Analizar cualquier problema que abordemos sobre la base de postulados sin posibilidad de conciliar, nos conduce a la paranoia de enfrentarnos al clásico si no estás conmigo estás contra mí. Esto lo saco a colación en el debate que sobre la fábrica de celulosas en Pontevedra se viene manteniendo desde hace algunas decenas de años, dado que las posturas son cada vez más intransigentes, cuando lo lógico sería pensar que con las inversiones realizadas, la mejoras medioambientales, el avance tecnológico, la sostenibilidad del empleo y en definitiva funcionar como el eslabón industrial esencial de la cadena de valor del sector forestal gallego, las posiciones de todos los implicados social y económicamente deberían haber tendido hacia el consenso, la moderación y la puesta de acuerdo, cuando la realidad nos dice que no es así.

Es evidente que el papel y más concretamente el papel tisú está integrado en nuestra forma de vida y al igual que otros muchos componentes de productos que todos consumimos están sujetos a una ley medioambiental básica que es la utilización proporcionada, eficiente y sostenible de los recursos naturales. Bajo este concepto, el papel que consumimos y que todos estaremos de acuerdo que habrá que hacerlo de forma responsable y proporcionada, se obtiene de una materia prima que es producida como un producto agrícola forestal más, sujeto a la lógica del ciclo económico. La fibra de celulosa se obtiene de árboles que forman parte de nuestra agricultura, la cual afectada por la desertización del campo y la falta interés se convierte en un elemento importante para dar sentido al sector primario de nuestra economía en Galicia.

La sociedad compleja en la que estamos instalados, aborda las diferentes realidades sobre la base de un control directo e indirecto que permite que cada parte interesada ejerza presión para que las cosas bien o mal vayan evolucionando de forma ponderada y necesariamente respetando el interés de la mayoría. Hoy la fábrica de celulosas de Pontevedra, es el resultado de una evolución sujeta a muchas presiones de carácter social, pero no solamente social, sino también económica ya que fabrica pasta de papel que se vende internacionalmente en un mercado de muy difícil gestión. Asimismo las autoridades medioambientales han creado una gran gama de normativas que exigen un estricto cumplimiento y si no fuera así ahora no podría sostenerse como empresa. Por todo ello tenemos en Galicia una instalación industrial que como todas las instalaciones industriales, pueden no gustar, pero son instrumentos económicos determinantes para que nuestro país evolucione de forma económicamente sostenible. No sé qué diferencia existe entre ver una fábrica de celulosas, una de conservas, un astillero naval, unas instalaciones portuarias llenas de almacenes o pueblos colmatados de edificios hormigonados grandes y feos, que campan por nuestra costa. Creo que es justo considerar el todo y no solamente de forma maniquea una sola parte.

Las diatribas hacen perder la visión de futuro, la solución no está en conflicto sino en la confrontación de ideas positivas para ordenar de forma adecuada los objetivos que el futuro nos depara. Probablemente el gran avance de las tecnologías de la información, hacen cada vez menos necesario el papel como soporte de la comunicación escrita, pero las utilidades de la fibra de celulosa son muy amplias y cada vez la investigación y desarrollo aportan nuevas derivadas de cómo utilizar este recurso que proviniendo del medio natural hemos conseguido, como también lo hemos hecho con los alimentos de origen agrario, utilizar a la naturaleza como fuente de alimentos y recursos para nuestra vida ordinaria.

Galicia se enfrenta a un importante desafío empresarial, en los últimos dos años hemos podido ver cómo muchas empresas referentes en Galicia han pasado por razón de la globalización a ser adquiridas por capitales de otros países; por otra parte las cajas de ahorros que contábamos han sido transformadas en un banco que si bien mantiene sus decisiones aquí, es evidente que tarde o temprano amplíe sus horizontes y varíe la situación actual. No estamos en muy buenas condiciones para lograr que en nuestra tierra se asienten empresas y menos de carácter industrial, sobre todo debido a que la intensidad de capital requiere un decidido apoyo público, así como el apoyo de los ciudadanos en general que deberían ver en la creación de industria una garantía de futuro. Además todo lo que no deseemos es rápidamente demandado por otros, véase por ejemplo las últimas iniciativas de empresas de componentes del automóvil que están llegando atraídas por los nuevos modelos PSA que están ubicándose en Portugal.

Estimo que las empresas industriales y máxime las que tienen la característica de formar parte esencial de una cadena de valor, como la fábrica de Ence en Pontevedra, deberían estar en el foco del trabajo conjunto de los actores socioeconómicos ya que son instrumentos económicos fundamentales para crear riqueza y permitir el desarrollo económico de un país. A mí me gustaría ver a Galicia plena de iniciativas empresariales con grandes oportunidades para nuestros jóvenes, con empleos industriales de calidad, con una producción forestal ordenada, diversa y profesionalizada, con unos montes limpios, bien gestionados, donde conviva una producción de materia prima ordenada, con una floresta autóctona de silvicultura avanzada.

La especialización industrial es otra rama estratégica de un sistema económico, creando un caldo de cultivo para el desarrollo del conocimiento. En el campus de la Universidad de Vigo en Pontevedra, se encuentra ubicada la Escuela de Ingeniería Forestal que por supuesto tampoco es una casualidad. En este centro de reputada solvencia se están formando nuestros jóvenes en materia forestal y entre sus salidas profesionales se encuentra la gestión sostenible, planificación, producción y certificación forestal, la restauración de sistema naturales degradados, la repoblación forestal y la industria y empresas forestales, entre otras salidas. Esto es crucial para el futuro y es de todos sabido que ese futuro dependerá del trabajo conjunto entre empresa y universidad para que a través del conocimiento podamos avanzar.

Estoy convencido que tenemos todos los mimbres necesarios para sentirnos comprometidos con la búsqueda de un país industrialmente potente y con un medio natural preservado y respetado por todos, donde la crítica constructiva sea bienvenida y que conduzca al cumplimiento responsable de las obligaciones, pero sin tantas filias ni fobias ya que nos jugamos mucho.

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