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Presidente de Confemadera Galicia

¿Última oportunidad?

La revisión del Plan Forestal de Galicia es recibida en el conjunto de la industria de transformación de la madera como una oportunidad para el sector y para la sociedad gallega. Y esta "oportunidad" hay que entenderla en un doble sentido. El primero, porque la revisión del Plan Forestal de Galicia de 1992 se produce en un momento de transformación de la industria de la madera; el segundo, porque debe ser la hoja de ruta de este sector, fundamental en la economía gallega, para establecer objetivos y estrategias adecuadas con el objetivo de convertir a Galicia en un referente en el sector maderero.

Existe un consenso entre propietarios, empresas y profesionales del sector de que Galicia necesita un Plan Forestal que dé respuesta a los retos que existen en el monte y en la industria. La redacción del nuevo proyecto debe realizarse con consenso, pero es necesario, sobre todo, abordarlo con ambición, altura de miras y visión de futuro. Es nuestra segunda oportunidad y quizás la última, para mejorar la competitividad de toda la cadena de valor monte-industria.

El diagnóstico ya existe. Hace tres años, la Fundación Barrié y todos los agentes sociales implicados en la cadena de valor junto con la Administración gallega realizaron un esfuerzo por identificar las necesidades del sector. Ese trabajo es la base sobre el que necesitamos avanzar. Ahora hay que pasar a la acción, el tiempo corre en nuestra contra.

El plan debe contar, en primer lugar, con un pacto de todas las fuerzas políticas gallegas para comprometerse con la ejecución de las medidas que se incluyan en el Plan Forestal 2016. Debe tener un horizonte a largo plazo y debe ser el documento marco que no esté afectado por los vaivenes electorales.

En segundo lugar, debe contar con una memoria económica, previsiones presupuestarias, que sean viables. Los antecedentes históricos no son muy halagüeños. El Plan Forestal de Galicia del año 1992 fue un ejercicio de voluntarismo que, una vez aprobado y publicado, se guardó en un cajón. No se desarrolló ni se calendarizaron las inversiones. Tampoco se evaluó el cumplimiento durante su vigencia. A pesar de la insistencia del sector, nunca fue posible debatirlo o utilizarlo como documento de trabajo.

Sin embargo, en su concepción sigue vigente ya que pretendía ser un proyecto de futuro para el monte gallego, compartido por todos los agentes sociales que responda a sus valores y sea capaz de satisfacer sus demandas. En 1992, ya se constataba la necesidad de tener objetivos comunes para definir una política de "Estado" capaz de trascender los cambios coyunturales y perdurar en el tiempo.

Todos debemos colaborar, con buena voluntad y responsabilidad, para no incurrir en los errores pasados. Incluida la Administración que debe liderar la ejecución, porque está en juego la oportunidad de contar con un sector estratégico de su economía y con vocación de liderazgo mundial.

Los cambios sociales y económicos, junto con las innovaciones tecnológicas han generado un mayor consumo de madera. Pero la demanda exige productos de calidad a precios competitivos. Estamos en la edad de la madera y Galicia debe aprovechar esta oportunidad. En 2014, la extracción de madera a nivel mundial ha sido la más alta en los últimos 6 años, y se ha registrado un récord de cortas desde 2009.

El Informe de Resultados de Confemadera Galicia revela que, en 2014, la facturación conjunta de la primera y segunda transformación de la madera sumó 1.744 millones de euros, un 4,5% más que en el ejercicio 2013. Galicia es la comunidad autónoma que lidera las exportaciones de madera y sus productos a nivel nacional.

Esta industria también realiza grandes aportaciones sociales. Es eminentemente rural, deja su particular huella en la mayoría de los ayuntamientos gallegos. Más de 70.000 familias gallegas perciben al año 280 millones de euros por la venta de madera. La extracción de madera del monte y su transformación en aserraderos es, en muchas ocasiones, la única actividad industrial que tienen algunos ayuntamientos rurales.

También tiene una gran influencia en la lucha contra el cambio climático, ya que el monte se gestiona con criterios de preservación y repoblación. Basta analizar las comarcas que producen madera, que cuentan con un monte ordenado y una silvicultura productiva. El impacto de los incendios forestales en ellas es menor que en el resto del territorio.

La redacción del nuevo Plan Forestal debe abordarse desde la perspectiva de que se trata de una industria que contribuye a la sostenibilidad de Galicia y con la ambición de liderazgo mundial. Tenemos las condiciones idóneas para ellos y se debe aprovechar. Está en manos de la sociedad gallega, integrada por las administraciones, los agentes sociales, empresarios, etc., que esta nueva oportunidad no sea la última. Los espacios perdidos en los mercados globales se tarda mucho tiempo en recuperar.

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