Es unánime el convencimiento de que el Quijote es un pozo de sabiduría filosófica que emana de las inimitables charlas del caballero andante y su fiel escudero. Debemos hacer referencia a ambos porque aunque sea el Sr. Quijano el que lleve la voz cantante, Sancho de vez en cuando hace aportaciones interesantísimas.

Jalonados por arrebatos de locura, nos ofrecen todo un rosario de profundas reflexiones, responsables del mítico y universal prestigio de la joya de la corona cervantina y cetro de nuestra rica literatura. Casacas dispuestas a colgarse medallas.

Una curiosa y hábil imaginación nos depara ahora algo que reviste caracteres de insólito. Porque alguien se ha percatado de que hace cuatrocientos años Cervantes puso en boca del Quijote todo un ejemplo aplicable a la actual situación política española. Para corroborarlo, me permito reproducir de forma literal alguno de los consejos que el caballero de la triste figura recomendaba a su fiel servidor. Entrecomillo el texto cervantino:

"Tengo por costumbre querido Sancho que, en viendo el burro venir, ya de lejos me aperciba... sin confundirme, de las patadas que pudiera propinarme, por tanto mi fiel escudero, fíjate en los andares y si viéndolo retorcido y mal encardo vieres que arranca sin compostura, hazte a un lado, que de estos con mala idea, sucios y desaliñados, mejor no tener contacto.

Y hay que tener cuidado con tal calaña, que de ser menester, utilizan a las más tiernas criaturas, y hasta pretenden adoctrinarlas y que salgan de su mala hueste con títeres y cabalgatas.

Y cuidado amigo Sancho que son los mismos que luego cobran de berberiscos y de otros que más allá someten a sus pueblos y ello, tanto mal vestidos cuanto procede el buen hábito, como vestidos de la más cursi casta, cuando no es tan menester".

Impresionante premoción, porque vocablos como adoctrinamiento, cobros foráneos, casta están hoy en día en el menú de los medio de comunicación. Realmente sorprendente y aunque cada uno pueda interpretarlo a su gusto, es innegable su rabiosa actualidad y su perfecta adaptación a este momento político español; en algunos casos ajustándose como anillo al dedo.

Difícil asumir que el mítico caballero andante, sin querer acordare de sus cuatrocientos años de antigüedad, nos ofrezca un actualizado catálogo de normas de conducta, que no sería descabellado utilizar en la campaña electoral.

Ojalá que el mágico puente que nos acerca a Don Quijote de la Mancha sirva también para recordar que absurdos arrebatos de locura, cubiertos con el celofán del ansia de poder, pueden llevarnos a pelear con molinos de viento. Señalemos que los amenazantes gigantes de hoy en día no son otros que unos líderes políticos enrocados en absurdas posiciones que defraudando a sus electores, impiden cualquier sensata negociación. Conviene no ignorar que el enfrentamiento con las astas de los molinos dejaron al corajudo atacante con un lamentable deterioro físico.