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Los retos de Leiceaga

| Los deberes del PSdeG. 3.600 votos de la militancia frente a 2.900 convirtieron a Xaquín Fernández Leiceaga en el candidato del PSdeG a la presidencia de la Xunta. Su máximo reto es no verse arrollado por las Mareas, que el pasado 20-D ya dieron un buen susto al socialismo gallego al recabar 60.458 papeletas más que ellos y convertirse en la segunda fuerza con más votos. Con su mano tendida a las fuerzas alternativas de izquierda, intenta visualizar ante la opinión pública que la alternativa al PPdeG es posible, al menos por parte de los socialistas. Otro cantar será a qué estén dispuestos Podemos y sus socios, si no son los segundos y en función de lo que haya pasado antes en Madrid (¿y si Pablo Iglesias se hace con la segunda plaza el 26-J y el PSOE con su abstención facilita un gobierno del PP?). En todo caso, Leiceaga corre el peligro de que el elector identifique las dos opciones y la fuga de votos continúe hacia En Marea. El otro reto al que se enfrenta Leiceaga es suturar la herida que las primarias abrieron. Debe vencer los recelos de quienes no le apoyaron, debe andarse con tiento al elegir a sus puntales, tiene que rodearse de quienes le brindaron la victoria, pero sin olvidar al fin y al cabo quienes son los que suman votos en las urnas y tienen el apoyo de la ciudadanía. Por eso llama la atención el acto de presentación ayer en Santiago. ¿Se imaginan el lanzamiento de Pedro Sánchez y que no estuviera rodeado de los principales barones del PSOE, Susana Díaz, Guillermo Fernández Vara, Ximo Puig o Abel Caballero, entre otros? Pues eso es lo que pasó ayer en Compostela. Ni los dos principales alcaldes del PSdeG, el de Vigo y la regidora de Lugo, ni los tres presidentes socialistas de Diputación, entre otras ausencias destacadas. La dirección autonómica justificó las prisas para disculpar la falta de cargos institucionales, pero ¿por qué no se podía demorar el acto e intentar que estuvieran los principales referentes sociales del socialismo gallego, al lado de Leiceaga? El partido está fracturado. La victoria de Leiceaga es incontestable, pero sería de ciegos, no advertir la profunda división que las primarias han vuelto a evidenciar. El PSdeG acostumbra a parecerse a un reino de taifas o a culebrones estilo Dinastía, donde los que ayer eran enemigos, hoy se convierten en aliados por no sé qué oscuras razones. Esta misma semana Touriño confesaba que no había participado en las primarias porque se "vota por familias, por grupos de interés, ... En Ourense votaban Pachi sí, Pachi no y Pachi Vázquez no se presentaba. Hasta que no se olviden estas cuestiones orgánicas no funcionarán bien las primarias". No es de envidiar la posición de Leiceaga, antes las dificultades que afronta, por ello también es loable su empeño. Sus potenciales aliados en la Xunta, ya le han puesto deberes. El diputado de Podemos Antón Gómez-Reino le ha pedido que predique con hechos y materialice su vocación de diálogo en los concellos de A Coruña, Santiago y Ferrol, donde las relaciones de las Mareas con los socialistas discurren por caminos tortuosos. ¿Conseguirá Leiceaga atar en corto a los suyos e imponerles una estrategia que no es compartida en todos los casos? No es el único problema al que se enfrenta al recién estrenado cabeza de cartel del PSdeG. Su rival en las primarias, José Luis Méndez Romeu, dimitía como portavoz parlamentario haciendo suya una cita de Max Weber: "La política debe estar presidida por la ética de la responsabilidad". Explicó que "los actos tienen consecuencias y las consecuencias hay que asumirlas" y así daba un paso atrás porque "la mayoría de la organización no respalda su labor". Se lo pone difícil a Leiceaga: ¿Qué hará si en los comicios gallegos la ola de las Mareas le arrolla?

| El PPdeG, pendiente de Bruselas. En los cuarteles generales del PP gallego siguen dándole vueltas a la fecha electoral. El criterio hasta ahora era agotar legislatura e incluso se barajó ir hasta noviembre, aunque la opción preferida era octubre. Ahora no se descarta incluso septiembre. Bruselas puede trastocar los planes del PPdeG. ¿Por qué? Porque la Comisión, presionada por Alemania, puede tras las elecciones de junio obligar al nuevo Gobierno español a poner en practica el ajuste fiscal de más de 8.000 millones de euros, que debe acometerse entre este año y el siguiente, y reactivar la multa de hasta 2.000 millones por incumplir los objetivos de déficit. En este caso, a Alberto Núñez Feijóo le conviene llamar a las urnas a los gallegos, antes de que tenga que recortar la porción de la tarta del ajuste que le adjudicará Madrid. A su favor juega que los datos macroecónomicos, si sus previsiones no fallan, regresen a magnitudes previas a la crisis. ¿La cuestión es si la recuperación económica la notan los ciudadanos, que en estos años han visto empequeñecido su salario y sobreviven con empleos más precarios?

| Nueva y vieja política. La polémica por el finiquito de 8.345 euros que los exsenadores de PPdeG, PSdeG y En Marea se llevarán por una legislatura que duró menos de medio año continuará esta semana, cuando está previsto que trascienda la relación de diputados en el Congreso que también piden la indemnización por cese de actividad. Es cierto que los senadores tienen derecho a ella, que como no tienen derecho a paro, de algo tienen que vivir, hasta que se celebren elecciones y vuelvan a recuperar sus escaños, pues todos repiten en las listas, pero al común de los gallegos les resulta exagerado que el finiquito supere los 8.000 euros por menos de medio año trabajado y con el aval de recuperar el puesto en verano, y más les llama la atención que en cuestión de dineros la nueva y la vieja política se parezcan tanto. En Marea, igual que el PSdeG, ha respaldado a sus exsenadores en la polémica. El PPdeG se ha limitado a cuestionar la cuantía excesiva, pero ¿por qué no ha impuesto su autoridad y ha obligado a los suyos a renunciar a la indemnización? ¿Solo fue una declaración de cara a la galería?

| El cambiazo de Ciudadanos. El partido de Albert Rivera prepara su programa electoral para los comicios gallegos, y en su borrador, sin asomo de vergüenza, apuesta ahora por terminar el AVE gallego "a la mayor brevedad" y asume ahora que es clave "para el crecimiento de la economía gallega" cuando hace no tanto lo consideraba "no prioritario". Su propio líder, el catalán Albert Rivera, que disfruta en su tierra del tren de altas prestaciones desde el año 2008, abogaba aún en plena campaña electoral del 20-D, por desviar los recursos de este proyecto, pues tildaba "de barbaridad ir proyectando líneas de AVE cuando no se pueden pagar las pensiones, la sanidad o tienes que subir los impuestos a los ciudadanos". Ciudadanos, que quiere irrumpir en el Parlamento autonómico y convertirse en la llave que decida si Alberto Núñez Feijóo continúa en Monte Pío, quiere ahora congraciarse con los electores gallegos, pero éstos no sufren amnesia y su cambiazo no resulta creíble. Además su anuncio parece un intento de tapar la crisis interna que sufre por otro cambiazo, el del anterior cabeza de cartel de A Coruña, Antonio Rodríguez.

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