Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Luis M. Alonso.

sol y sombra

Luis M. Alonso

El buen periodismo, según Martin Baron

El director del "Washington Post" mantiene que no hay que desviar el foco de las grandes historias apoyándose en los recursos humanos de siempre y los nuevos formatos audiovisuales que brinda la tecnología

Gracias a "Spotlight", la película distinguida por los Óscar que cuenta el escándalo de pederastia en la Iglesia Católica investigado por el "Boston Globe", Martin Baron es el periodista de moda. Hace cuatro años, Baron, 61 en la actualidad, dejó el "Globe" para convertirse en director del "Washington Post", otro de los grandes diarios famoso por su periodismo de investigación. Al hacerlo, pensó que estaba cerrando un capítulo de su vida diferente a cualquier otro hasta entonces. Había cubierto historias importantes durante décadas de oficio, pero la ardua investigación en el seno de la comunidad católica de una ciudad que le recibió como un judío extraño y ajeno a sus preocupaciones fue la más significativa de todas en las que estuvo involucrado. Tuvo un impacto tan directo en la vida de las personas, no de los políticos, sino de la gente común, y escarbaba tan a fondo en la doble moral de una institución especialmente arraigada en la sociedad local que su efecto perdura todavía hoy. El éxito de la película de Tom McCarthy no ha hecho más que sacar de nuevo a flote la amarga realidad de los abusos sexuales en algunos ámbitos de la Iglesia y los daños ocasionados en las víctimas que los sufrieron.

Son las buenas historias molestas las que mueven al periodismo, cree Baron. Kevin Baxter, director artístico del "Herald" recuerda de él en su etapa al frente del periódico de Miami cómo cualquiera podía ser amigo suyo pero a un brazo de distancia. Jamás comprometería la publicación de una noticia o de un reportaje para cultivar amistades o hacer que alguien se sintiese mejor.

En la actualidad, Baron se mantiene en sus trece. Opina que el periodismo no debe perder el foco en las historias y seguir contándolas apoyándose en un buen equipo, y que, a la vez, tiene que servirse de los recursos tecnológicos que facilitan el acceso a la información. Es decir, permanecer en la vanguardia en internet y redes sociales, y no olvidarse de los tiempos en la web, los vídeos, las buenas infografías y los nuevos formatos audiovisuales para completar los reportajes y los trabajos de investigación.

Se trata, en cualquier caso, del canon aplicado a los tiempos actuales de un periodista al que "Esquire" eligió no hace todavía demasiado como el mejor director de periódicos de todos los tiempos, una elección en la que participaron un buen número de colegas de otros diarios estadounidenses. Baron, a lo largo de su dilatada trayectoria, jamás le perdió la cara a las historias ni a su significado social. "El buen periodismo debe ser independiente de los poderes políticos y económicos, perseguir la verdad y servir a los ciudadanos y a nadie más", dijo recientemente.

Esta teoría la puso en práctica no solo en el "Globe" sino desde el primer momento en que publicó lo que la Administración no quería leer en el periódico que dirigía en la escuela secundaria en Tampa (Florida); con las investigaciones que siguió como reportero económico en "Los Angeles Times", entre 1979 y 1996; el trabajo de edición de última hora en los tres años del "New York Times", o el que le valió al "Miami Herald" el Pulitzer por la cobertura del "caso Elián González", el niño balsero cubano, en su etapa de dieciocho meses encabezando el staff como director ejecutivo. Entonces fue elegido mejor director de periódicos del año por las revistas "Editor" y "Publisher".

Su carrera no se perpetuó en el periódico de Florida, quizás por algo que advirtió el entonces director del "Herald", Alberto Ibargüen, el día en que después de cenar mantuvo con él, en su coche, una conversación para contratarlo y le preguntó qué opinaba sobre publicar un anuncio en la portada del diario y Baron se mostró manifiestamente en contra. "¿Por qué manchar la pieza sagrada del periódico?, le dijo mientras se enzarzaban en una discusión de media hora sobre este asunto. Ibargüen comentaría más tarde: "Es exactamente el tipo que necesito, solo que no lo voy a poder convencer".

A sus 61 años, en el "Washington Post", Baron conoce como nadie lo que es ir contracorriente para contar la historia que el periodismo tiene en sus manos, y sabe también que a los recursos humanos de siempre se tienen que sumar ahora los tecnológicos para poder hacerlo con las mejores garantías frente al ruido y la confusión que pueblan el bosque digital y siembran de incógnitas el futuro informativo y el negocio que lo ha mantenido hasta el momento en pie.

Compartir el artículo

stats