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Oficial de la Policía Local, experto en Ciberdelincuencia y Doctorado en Derecho Público en la UVigo

Educar y cooperar son claves para prevenir

Recientemente pasó por mis manos, un artículo que hacía referencia a la creciente preocupación por las demandas hechas por los centros educativos, en relación a la aparición en Galicia de bandas juveniles, y da la impresión de que se trata de eso, de una preocupación de la comunidad educativa, que en 33 ocasiones ha realizado una demanda de consulta.

En las últimas estadísticas que acabo de revisar de algunos concellos, en cuanto a las actuaciones de la policía local, no se observa la presencia de bandas juveniles, si bien en adultos, sí que vemos en los últimos tiempos quedadas entre aficiones que tienen lugar con motivo de eventos deportivos, y que producen una escalada de violencia de forma colectiva, siendo esto una muestra de lo que no se debe hacer.

Soy de la opinión de que a través de la educación, nuestros menores aprenden unos valores de respeto, de convivencia, de igualdad, etc., y los adultos somos el espejo en el que ellos se miran, por lo que nuestras formas de resolver los conflictos o cualquier incidente, siempre será muestra o referencia para ellos. Cuando se pierde esa referencia, su grupo de iguales pasa a tomar un prevalencia en la escala de importancia en cuanto a conducta, ya que necesitan identificarse con esa protección grupal, adoptando sus pautas de conducta.

En muchas de las charlas impartidas en diferentes centros educativos de la ciudad, con motivo de las conductas a través de la red, he tenido la oportunidad de escucharles, de hablar con ellos, de que libremente pudiesen preguntar lo que les viniese a la mente en ese momento, y sí que se percibe como ese grupo de identificación grupal se ha convertido en grupo de identificación a través de los chats de mensajería, al estilo de una comunidad virtual. Es decir, que alrededor del objetivo de pertenencia a un grupo planean acciones que a veces no son acordes ni adecuadas, por lo que estas oportunidades de estar con ellos, hay que aprovecharlas no sólo en que se familiaricen con nosotros que como policías vamos a impartir una charla, sino que el objetivo es más de apoyo, de formación a los menores, de mostrar que la policía sabe lo que está pasando, y de que puede tomar medidas cuando a través de los medios de mensajería se realizan acciones reprochables y que incluso, en algunas ocasiones violan los derechos de un tercero.

Cierto es que las Administraciones debemos implicarnos en cooperar y colaborar cada vez más, para que de forma conjunta y con todos los recursos a nuestro alcance, contribuyamos a la familiarización de los menores y adolescentes con los diferentes cuerpos policiales, para poder conseguir así, contribuir a la mejora de la seguridad personal y ciudadana de los menores y adolescentes, e intentar erradicar cualquier forma de conducta violenta que pueda producirse en el entorno escolar.

En este sentido, considero que nuestra presencia debería ser más frecuente, e incluso debería de ser considerado como habitual ver que un policía está en el centro colaborando o formando parte del día a día, en la medida de las necesidades y posibilidades, conociendo y dejándose conocer por los chicos y chicas que llenan las clases, es la mejor forma de mostrar que pueden acudir a nosotros cuando lo necesiten. Soy consciente que ante la escasez de personal no es posible una frecuencia elevada, pero tampoco es adecuado el otro extremo, que en muchos casos los centros tienen suerte si cuentan con un policía para impartir charlas y resolver dudas o cuestiones que le planteen, una vez al año. Deberíamos de poder conseguir entre todos, un equilibrio en estas situaciones, para conseguir reducir los casos que últimamente sí que aparecen mediante el uso de las tecnologías de comunicación. Es en esos casos, cuando se percibe un cambio en los comportamientos de los menores, se percibe un descenso en el rendimiento escolar, en la atención que presta a las cosas, en la reducción de sus relaciones sociales, buscando aislarse poco a poco y cada vez más, porque ya no se fía de nadie, porque ya no sabe qué es lo que se va a encontrar cuando vea el móvil, porque empieza a crecer en su interior un síntoma de miedo, e incluso de culpabilidad.

Hay que mostrarles que no son culpables de lo que ocurre, y que estamos todos para ayudarle a salir de su burbuja, y a mostrarle como no volver a caer, como puede hacer cada vez que surja algo similar, y que tenga claro que de todo se sale. Por eso es muy importante que alguien esté cerca, que alguien mantenga el lazo que haga que se lo cuente, sea un profesor, o un familiar, o el conserje, o un policía, el caso es estar cuando hacemos falta.

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