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Ejem, ejem...

Si José Manuel Soria desmiente haber gestionado una sociedad off-shore con el despacho panameño Mossack-Fonseca y solicita, incluso, una comisión rogatoria que confirme el desmentido, es justo esperar el resultado de la investigación antes de especular con que la mancha de los "papeles de Panamá" se ha colado en La Moncloa. En realidad ya lo intentaron al saltar el nombre de la esposa de Arias Cañete entre los cientos de miles de sociedades opacas descubiertas por el consorcio periodístico internacional que trabaja en ello. El exministro de Rajoy, actual comisario de la UE, parece estar en condiciones de excluir toda relación personal con el asunto, al menos durante su actividad política. De manera similar, el presunto negocio fiscal de Soria habría expirado en fecha anterior a su primer desempeño político, que fue la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria.

Muchas de esas sociedades son legales a resultas de una legalidad permisiva con los paraísos fiscales, cuya eliminación sin más demora dicen querer varios líderes mundiales. No pasó inadvertida la muy intencionada expresión del ministro Montoro cuando aludió hace días a las off-shore legales: "Han regularizado y están pagando impuestos, pero, éticamente... ejem, ejem". Que lo legal no siempre es moral ya lo sabíamos de sobra y lo ratifica la sospecha, sencillamente monstruosa, de que una tercera parte de la riqueza mundial podría ser opaca. Si no lo fuera, tampoco estaríamos lamentando el hambre del mundo, el desempleo, la desigualdad, la discriminación, el terrorismo, las murallas antimigratorias, el rechazo a los refugiados y todos los jinetes del Apocalipsis contemporáneo, que de cuatro han pasado a ser cuatrocientos. Ejem, ejem...

Si éticamente no tienen un pase, legalmente no merecen ni medio. Esta es la cuestión, tanto más sucia cuanto más hipócrita la falsedad del G-20, la UE, el FMI, los EE UU, la Trilateral, el Foro de Davos y demás entes políticos y económicos cuando hablan de erradicar la elusión y la evasión fiscales y no pulsan un solo resorte coercitivo ni ejemplarizante. Más de trescientos periodistas de más de cien países han tomado la iniciativa y provocaron con los papeles de un solo despacho de un solo paraíso fiscal un terremoto que ya se ha llevado por delante al primer ministro de Islandia, ha puesto al británico con un pie en el vacío y amenaza a muchos otros, rojos, azules y amarillos, con una catarsis sin precedentes en la historia del mundo. Claro que hay que respetar la presunción de inocencia, faltaría más. ¿Pero quedaremos una vez más en el ejem, ejem...?

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