Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los miedos

A estas alturas, y aún sin digerir del todo por la izquierda gallega el para ella mal trago del anuncio del presidente Feijóo de que repetiría candidatura, lo que más claro ha quedado es el miedo de la oposición. Y no sólo por el riesgo -probable- de que otra vez se quede extramuros del poder sino porque ahora mismo carece de contrincantes que en popularidad y en méritos se acerquen siquiera al nivel que alcanza su adversario.

Naturalmente, el mensaje de la bancada opositora es otro, y a veces despiadado. De una parte se niegan los éxitos de la Xunta -a la vez que se magnifican o manipulan- sus errores, que no han faltado, y de otra se insiste en la ausencia de proyectos "de país", a pesar de que en estos casi cuarenta años, a Galicia, en frase adaptada de don Alfonso Guerra, no la reconocería -a mejor y pese a todo lo pendiente- ni la madre que la parió. Y eso es medible y por tanto poco opinable a pesar de que quepan matices muy importantes.

El resto es el patio de Monipodio. El PSOE de aquí, a la deriva y descabezado, depende por completo de las directrices que emanen de Madrid, que varían en función de cómo acabe el sainete abierto el 21-D. Y en las Mareas falta criterio común, claridad de ideas y liderazgo: es absurdo proponer a un ilustre profesor de 80 años la tarea de intentar dirigir la Galicia del mañana. Y en este antiguo Reino aún quedan muchos indignados, pero no tantos incautos como para darle a Podemos o sus adyacentes las vidas y las haciendas de sus habitantes. Cierto que a veces Galicia is different, pero no tanto.

Y hay algo aún peor; el miedo -político y económico- que aquí se detecta aumenta si se mira allende Pedrafita. Los desesperados intentos de Pedro Sánchez para hacer pasar el culo por las témporas y salvar su carrera política "como sea" -en expresión de Zapatero- espanta en casi todas partes menos en Podemos, que se sabe futuro referente de la izquierda. Sobre todo si la prédica socialista -porque Ciudadanos apenas cuenta- deriva en un cambio a peor, tesis probable si aplican su programa en un país de la UE como este y en la que no se admiten bromas ni ensayos que los que se hacen con gaseosas.

Es evidente que si no se insiste lo bastante en que ese cambio puede ser peor que la situación actual -e incluso que la próxima pasada-, aunque lo dicho sea sólo una opinión personal, habría que ampliarla para referirse a un tercer miedo: el que provoca artificialmente la eventualidad de otras elecciones generales. Un miedo que afecta sólo a unos cuantos partidos y que es absurdo: ¿hay algo más democrático que la gente decida sin intermediarios lo que quiere?

¿Eh...?

Compartir el artículo

stats