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Álvaro Cunqueiro

En nuestra casa, mi mujer, siempre preparó el lacón con grelos con la receta de Álvaro, que se contiene en su libro "A cociña galega"; texto que es una delicia para el paladar, por el recorrido que hace de todos los alimentos de Galicia, y por su fantasía, ya que para cocer bien percebes los santifica con un credo.

Mis primeros contactos con Álvaro son lejanos, pues mantenía una buena amistad con mi tío Joaquín que, en los años 40, escribía en su revista " Mares " y cultivaba los mismos círculos de Álvaro; pero la amistad y la asidua relación vino de la mano de Alberto Casal, el más joven notario y el jurista más ilustrado de Galicia.

La lectura de "Las crónicas del Sochantre" me ilusionaron por su sui generis fantasía y por la exhibición histórica que contienen. Pero, en este artículo, no voy a fijarme en sus más conocidas obras de teatro, poesía o novelas. Mi deseo es resaltar una colaboración que Cunqueiro mantenía en este diario y que a mí me encantaba. Era "El envés", un texto breve, adornado por una foto, en el que hacía una auténtica exhibición de su dominio del lenguaje, de la precisión inigualable en las palabras precisas para que todas cupiesen en un espacio breve y, además, lo que era más difícil, expresar de forma diferente la visión cunqueriana de la actualidad de cada momento.

Álvaro solía venir con alguna frecuencia a comer a nuestra casa y siempre tenía una palabra de elogio para las recetas de mi mujer y, al propio tiempo, entusiasmaba a mis hijos con sus fábulas, anécdotas y viajes. Pero entre todos ellos su especial afecto era para el más pequeño, Juan Manuel, al que regalaba cuando iba a Mondoñedo con una de sus famosas tartas.

Cunqueiro ha sido para los Amigos de los Pazos un guía y supervisor de nuestra actividad. Escribió el prólogo del primer volumen del Inventario de Pazos y Torres, que es una síntesis admirable de "los señoritos de los pazos", y, lo que es más importante, nos dio un lema que se trasformó en el fin principal de la Asociación. Álvaro nos dijo "no ser tan solo defensores de unas piedras por antiguas y hermosas, ser defensores de una cultura, la cultura pacega, que es la historia de Galicia de los siglos XVII y XVIII". Por ello, cada vez que recordamos a Cunqueiro sentimos renacer una nueva primavera para la cultura gallega.

Si a este entrañable amigo, gigante de las letras españolas y gallegas y Socio de Honor de los Amigos de los Pazos, una alcaldesa retira su nombre del callejero madrileño, hay que concluir, con el debido respeto, que la misma padece una anemia cultural grave? ¡Qué lástima!

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