Ni cesan los caraduras ni aprendemos los demás por mucho que nos hagan lo mismo una y otra vez. Hasta se repite incomprensiblemente el timo de la estampita por el que, casi siempre personas mayores, acaban cayendo en la trampa en la que, también hay que decirlo, se meten por puro egoísmo, acabando los dineros en las hábiles manos de los estafadores que los convierten en billetes de papel de periódico en un pis-pas. Lo mismo ocurre con los falsos visitadores de casas donde se presentan como técnicos, por ejemplo, del butano y se las arreglan para entrar, ir a donde está la bombona, fozar un poco en los tubos y acabar cobrando cien euros por la "faena"?¡y qué faena! , porque ni son técnicos ni son nada. Si quien les abre la puerta les pide la documentación le dan mil vueltas pero no se la enseñan. Eso sí, llaman por teléfono a una supuesta central desde la que contesta un amiguete, tan sinvergüenza como ellos, que le asegura a la mujer que todo es legal por lo que la víctima acaba abonando los cien euros que le piden. Estos días andan por Marín y alrededores y, quien los detecte debería llamar de inmediato a la policía. Eso sí, no atrevan a darles una patada en todo el culo porque hasta les pueden pedir daños y perjuicios.
¡Y dale!
