El gráfico adjunto representa el peso de Galicia en el total de los flujos de inversión extranjera bruta recibida por las Comunidades Autónomas entre 1993 y 2015, casi un cuarto de siglo.
En él destacan dos hechos. El primero es que la media es muy baja. Para el conjunto del período, el 1%. Recordemos que el peso de la economía gallega se sitúa en el 5% del total español y la población cerca del 6%. La segunda es que existe una volatilidad significativa, con un rango de valores que iría desde el 0.1% al 4.1%.
La explicación a lo anterior es inmediata. Recibimos poca inversión porque no somos comparativamente muy atractivos. Y existe una varianza alta, pero similar a la que podemos observar en otros territorios. Porque las decisiones de inversión no se reparten homogéneamente en el tiempo y un gran proyecto puede alterar radicalmente las cifras.
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Sin duda, hay que matizar. La mayor parte de las inversiones, bastante más de la mitad de las que llegan a España, acaban optando por Cataluña y Madrid. Y también que, a veces, inversiones contabilizadas en un territorio, acaban beneficiando a otros. Porque una cosa es dónde se localiza la sede y otra las factorías, por ejemplo.
Dicho lo anterior, es evidente que existe margen de mejora y que el problema no es de un gobierno u otro. Es un problema de país que hay que atajar como tal. Necesitamos un plan de captación de inversiones extranjeras realista pero ambicioso; definido con una perspectiva temporal hasta 2025, al menos; y basado en los criterios de selección empleados por los inversores internacionales.
En la próxima reunión del Foro Económico de Galicia en Mayo en la Illa de Arousa discutiremos largo y tendido al respecto, invitando a expertos internacionales. Antes de Agosto presentaremos nuestras conclusiones para ayudar, modestamente, a centrar el debate.
*Director de GEN (Universidade de Vigo)
@SantiagoLagoP
