Había decidido guardar silencio por dos razones fundamentales: Primera, que no hay mejor palabra que la que no se dice y la otra que la escrita permanece, no se la lleva el viento, y puede causarnos disgustos y enemigos innecesarios. En mi caso, como ya he sufrido en mis propias carnes y conciencia esta oposición, uncido, de nuevo, al yugo de mi más grande pasión, las letras, prosigo no sin antes aclarar que seré lo más cauto, prudente y mesurado posible para no caer en los feos vicios de la ofensa o inútiles polémicas.

Hace unos días se ordenó, por el gobierno municipal de Madrid, la retirada de unas placas alusivas a los caídos, de uno y otro bando, durante la 2ª Guerra Civil española creyéndolos símbolos del franquismo, al no ser así hubo que reponerlas en su lugar. Desde que comenzara el período pseudodemocrático, en España es frecuente ver los nombres de calles y plazas cambiando de titularidad a capricho de los gobernantes municipales de turno, rojos o azules, de tal modo que a veces los vecinos ya no sabemos en que calle, plaza o avenida vivimos. Tal es el caso de Marín del que algunas de las renombradas calles muchos desconocemos su actual nombre. Me atrevo a sugerir a mi respetable alcaldesa y equipo de gobierno que, puestos a cambiar, cambiemos el nombre del más moderno y agradable barrio de Marín, la Banda del Río. Desde que desapareciera aquel viejo barrio marinero de viviendas unifamiliares en las que los bajos servían de bodega para los utensilios de la pesca, redes del "xeito", remos,"rezones", ropas de agua, latas de pintura y aguarrás y cuyo conjunto olía a una mezcla de agua de mar, salitre, patente y azufre, el aspecto de la Banda del RÏo cambió sustancialmente. No se si para bien o para mal, ahora aquellas raquíticas casas, donde se criaron, malamente, ocho o diez hermanos, mal alimentados y durmiendo en jergones de "follato", son ahora suntuosos edificios de pisos que ofrecen una fachada con aspecto moderno y confortable. Claro está, aquellos viejos lobos de mar que surcaban la ría a remos contra viento y marea, en busca de cuatro "xoubas", sardinas, pescadillas o fanecas, han desaparecido, han fallecido. Hoy los jóvenes se ocupan, el que tiene trabajo, en oficios de tierra, nadie quiere saber nada de la mar y los niños van al colegio recogiéndolos un bus escolar en sus domicilios, luego los más aplicados, acabado el Bachillerato accederán a la Universidad y ahí se quedan los barcos como piezas de museo.Mejor así.

Si añadimos que en la Banda del Río han proliferado los bares, cafeterías y restaurantes con sus terrazas al aire libre, bazares, comercios y supermercados, la Plaza de Abastos próxima, que se ha canalizado el río -que nuestros dineros nos costó a los vecinos mediante la aplicación de contribuciones especiales-, se pavimentó la superficie del río con un bonito y soleado paseo con sus floridos arbolitos, zonas ajardinadas y bancos para los cansados con no poco aparcamiento, tenemos la estampa de un auténtico bulevar parisino.

En consecuencia, me atrevo a proponer que se cambie el nombre de la calle Lameiriña por el de "Bulevar Banda del Río" o mejor, para no herir sensibilidades "Bulevar Banda do Río". Lameiriña no me gusta, nunca me gustó porque suena a ciénaga, terreno pantanoso y peligroso.

Y, otra sugerencia. Aunque todavía falta mucho para las navidades, no estaría mal que por parte de los responsables municipales se acordasen de que los vecinos de la Banda del Río también formamos parte del colectivo de Marín, que pagamos nuestros impuestos correspondientes, agua, luz, alcantarillado, basuras, IBI, etc.,y, al igual que en otras calles, se ilumine esta zona, en especial los arbolitos y en concreto el bonito y frondoso arbol de la rotonda y todo con música ambiental navideña. Creo que los vecinos de este barrio quedaríamos muy contentos y satisfechos. Gracias.

*Vecino de la Banda del Río