La española Eugenia de Montijo, al casarse con Napoleón III en 1853, se convirtió en emperatriz de Francia. Cuentan que éste, cuando la conoció, quiso conquistarla y, en una fiesta, mientras la galanteaba, le preguntó: "¿Por dónde se va a su alcoba? A lo que ella respondió: "Por la Iglesia".

Los días 2 y 4 de marzo, hemos vivido la primera investidura frustrada de la democracia. En primera votación: 130 votos a favor, los del PSOE y Ciudadanos; 1 abstención, la de Coalición Canaria; y 219 en contra, de todos los demás grupos. Y en segunda votación, 131 a favor y 219 en contra. Pedro Sánchez llegó al Congreso sin los deberes hechos, por lo que no logró los apoyos necesarios, quedando bloqueada, de momento, la formación de un gobierno. El tiempo para intentarlo de nuevo es de dos meses justos desde la primera sesión. Si el 2 de mayo, como fecha límite, no tenemos Presidente de Gobierno, se disolverán las Cortes y se abrirá un plazo de 54 días para celebrar nuevos comicios, que tendrían lugar, probablemente, el domingo 26 junio.

En un primer debate bronco, y en un segundo más distendido, quedaron patentes las diferencias entre el candidato y las formaciones de las que depende su posible investidura. Cuestiones de fondo y forma lo explican. El PSOE llegó a un acuerdo de gobierno con Ciudadanos dando la espalda a una coalición con Podemos e IU, contrarios a un pacto con Rivera. La petición de éste a los populares, de que apoyara con su abstención la investidura de Pedro Sánchez, no fue aceptada: el PP está resentido por la negativa del PSOE al diálogo, y además sostiene que todo posible acuerdo pasa por asumir que Mariano Rajoy, candidato del partido más votado, continúe al frente del Gobierno. Su posición es formar una gran coalición con ellos a la cabeza.

La aspiración de Ciudadanos es que el PP se una a un pacto con el PSOE para evitar la llegada de Podemos al poder y garantizar, según dice, la unidad de España y la estabilidad presupuestaria. Rivera tiende la mano a los populares pero no acepta que Mariano Rajoy continúe como Presidente de Gobierno: "usted no es creíble para liderar esta nueva etapa política", le dijo en la sesión parlamentaria, en referencia a la corrupción. Para que Sánchez saliera presidente, bastaba con la abstención del PP. Pero, a su vez, el acuerdo entre Ciudadanos y el PSOE pone en cuestión las reformas que los populares realizaron en la última legislatura. Así las cosas, y dado que el partido socialista aprobó en su comité federal que no participaría en ese pacto, la posibilidad de la gran coalición no parece que pueda prosperar.

Respecto a Podemos, desatendiendo su oferta de un gobierno a la valenciana, Pedro Sánchez pretendía simplemente asumir una serie de compromisos políticos y lograr su abstención en la investidura. Pero Podemos, heredero del 15M, nació con un discurso contra las élites, organizándose como partido para conseguir dignificar la acción pública. Su objetivo fundamental es hacer una política diferente, de abajo arriba, al servicio de los ciudadanos, impulsando una democracia participativa: recuperar la esperanza de que la política deje de estar en manos de corruptos y al servicio de los poderosos, combatir los privilegios y conseguir una sociedad más igualitaria. Desde esta óptica, contar con su apoyo pasa por darle entrada en un ejecutivo.

El Rey puede proponer de nuevo candidatos para la investidura, siempre que cuenten con los apoyos suficientes. Rajoy no parece que pueda conseguirlos. Y Pedro Sánchez demostró pocas dotes para el galanteo. Como en la anécdota de Eugenia de Montijo, la única manera que tiene de acceder a la alcoba de Podemos, es pasar por la iglesia. Es decir, firmar un pacto para un gobierno de progreso, que necesitará de la abstención nacionalista. La política consiste en negociar las diferencias sin la expectativa de abolirlas alguna vez definitivamente.

*Miembro del Ateneo Estradense y del Círculo de Podemos.