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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Se busca presidente (en Galicia)

Si en Madrid proliferan los candidatos a presidir el gobierno, aquí en Galicia no hay todavía un solo aspirante a hacerse con el timón de la Xunta cuando apenas faltan unos meses para la convocatoria de elecciones. Se conoce que los gallegos somos gente tan retraída como nos pinta el tópico.

El mandamás en ejercicio, Alberto Núñez Feijoo, duda si presentarse o no a un tercer escrutinio tras obtener dos confortables mayorías absolutas en sus anteriores comparecencias ante los votantes. Dicen quienes saben de esto que a Feijoo lo tienta el paso a la empresa privada, en la que probablemente obtendría un sueldo mucho más sustancioso que el asignado a los jefes del gobierno autónomo.

Tampoco los partidos de la actual oposición han decidido aún el nombre del aspirante que encabezará sus listas. El líder de los socialdemócratas, José Ramón Gómez Besteiro, ha renunciado expresamente a ser candidato por razones vinculadas al trato de investigado que insisten en darle los jueces.

A la izquierda del PSOE, la situación es todavía más compleja. Ese caladero de votos, últimamente al alza tras la irrupción de Podemos, se lo disputa una miríada de partidos que aún debaten sobre la pertinencia de concurrir como organización autónoma o aprovechar el indudable tirón de Pablo Iglesias. Parece lógico que no puedan ocuparse del candidato en tanto no resuelvan esa cuestión previa.

Choca esta rara apatía en Galicia con la sobreabundancia de candidatos a presidente del Gobierno que se da en la capital de España. Aunque ninguno de ellos tenga posibilidad aritmética de hacerse con el poder, todos -o casi todos- se postulan para ejercer la jefatura del Consejo de Ministros.

El que más empeño pone es Pedro Sánchez, líder del segundo partido más votado en las elecciones del 20 de diciembre que ya ha requerido -sin éxito- el plácet del Congreso para su investidura con el manto de presidente. Sigue intentándolo con admirable porfía, pero no es el único. También el ganador a los puntos y todavía primer ministro en funciones, Mariano Rajoy, aspira a revalidar el cargo mediante una coalición transversal con el partido de Sánchez.

Algo más modesto, el tercer clasificado Pablo Iglesias ya se contentaría con un puesto de vicepresidente acompañado de los ministerios de Economía, Defensa, Interior, Educación, Justicia y el control de RTVE. El presidente de ese gobierno debería conformarse con administrar la cultura y los asuntos sociales, circunstancia que tal vez explique la negativa de Sánchez -el candidato designado por Iglesias- a aceptar el papel de reina madre que se le asigna en el reparto. Al parecer, los dos van a seguir renegociando el asunto en las próximas semanas.

Mientras en Madrid continúa, cuchillo en boca, la lucha por el poder, todo lo contrario ocurre en la plácida Galicia de lluvia y calma. Ya sea por timidez, ya porque nadie ve claro el resultado de la próxima votación, ningún partido ha designado todavía a su candidato en las elecciones que deberán celebrarse antes de que termine el año.

Tampoco es que corra prisa, naturalmente. Si la elección del Gobierno español importa menos que la del presidente de los Estados Unidos, fácil es de entender que a los gallegos no les inquiete gran cosa el nombre de su futuro gerifalte autonómico. Los partidos pueden tomarse el tiempo que quieran.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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