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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Ítaca, Granada y Pontevedra

A don Mariano Rajoy le ha dolido especialmente que como consecuencia de haber aprobado el Gobierno que preside en funciones la prórroga de la concesión de la celulosa de Ence en la ría de Pontevedra, el Ayuntamiento de esa ciudad lo haya declarado persona no grata.

La declaración tiene el valor testimonial de hacerse eco del malestar ciudadano por la continuidad de una industria que ha generado graves daños medioambientales y enojosas molestias desde que la dictadura franquista autorizó su puesta en marcha hace ya casi sesenta años. Y no faltan quienes opinan que no es competencia de un gobierno en funciones adoptar una decisión que debiera haber quedado para el gobierno que lo sustituya, tanto sea uno de coalición en el que participe el partido que preside el señor Rajoy como otro con una orientación distinta que lo excluya. En cualquier caso, lo que sí parece claro es que la declaración de persona no grata tiene un valor puramente simbólico, y no priva a don Mariano del derecho a visitar Pontevedra ni de pasear por sus calles, ni tomar contacto con familiares, amigos, admiradores y correligionarios que seguramente tiene muchos en la bella ciudad del Lérez.

He leído con atención la carta que el actual presidente del Gobierno en funciones ha hecho pública en FARO para expresar su sentimiento de dolor por lo que el considera un agravio y está llena de referencias sentimentales a sus raíces pontevedresas. "No pienso renunciar a mi ciudad -escribe- ni a tomar el vermut en el Blanco y Negro, ni a mis paseos por la Alameda, ni a pasar la Navidad entre mi gente, ni a venir siempre que pueda, ni a mis amigos, ni a mis vivencias... Seguiré compartiendo mi destino con la buena gente de Pontevedra y seguiré llevando con cariño el nombre de esta hermosa ciudad siempre en mi corazón".

Fuera de aclararnos que, de momento, no piensa retirarse de la política ni dejar de residir en Madrid ("no renunciaré a venir siempre que pueda") el escrito del señor Rajoy es un canto al valor sentimental de la patria chica que suele estar más cerca del corazón que el más abstracto y elaborado del amor a la patria grande. Y el título "Hoy vuelvo a Pontevedra" nos trae resonancias de algunas otras expresiones parecidas.

Por ejemplo, de aquella canción "Vuelvo Granada" que hizo famosa Miguel Ríos allá por el final de la década de los sesenta. El cantante granadino viajaba en un tren que iba muy despacio pero no dudaba que al final del trayecto, una vez entre su gente, encontraría por fin la felicidad. Como la encontró también, aunque más matizada por la tristeza, Rafael Alberti en su "Balada del que nunca fue a Granada". Un sentido homenaje literario a García Lorca que lo había invitado a pasar una temporada en su ciudad natal. Invitación que no pudo cumplirse al estallar la Guerra Civil y morir el poeta asesinado, en un lugar y unas circunstancias todavía por aclarar.

El valor sentimental del retorno a la patria chica y a la infancia, que como alguien dijo muy atinadamente es la verdadera patria del hombre, tiene una potencia extraordinaria. Ulises tardó veinte años en volver a Ítaca, donde también lo habían declarado persona no grata.

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