Tenemos que espabilar. Los gallegos podríamos hacerlo mucho mejor de lo que lo hacemos si nos pusiéramos realmente a ello. Porque tenemos recursos de todo tipo e infraestructuras de calidad. Lo que nos sobra y nos falta es lo que no suele aparecen en los libros de economía. Porque no son los inputs tradicionales.
Nos sobra minifundismo. Los localismos nos arruinan. Nos incapacitan para hacer apuestas colectivas; para ganar masa crítica y ser visibles. Por eso es fundamental que la sociedad civil, organizaciones empresariales y sindicales o partidos políticos asuman discursos y estrategias globales para Galicia; que inevitablemente van a suponer apuestas, a veces, aquí y, a veces, allá; que van a suponer decir que no a cosas sin sentido, duplicaciones innecesarias y fragmentaciones limitativas.
Nos falta confianza interpersonal, absolutamente imprescindible para que fluya la cultura de la cooperación y la predominancia de los equipos. La suma de esfuerzos individuales resulta extraordinariamente difícil y por ello acabamos perdiendo oportunidades y sinergias: dos más dos no son necesariamente cuatro. Pueden llegar a ser mucho más si nos lo proponemos.
Nos falta estrategia que optimice nuestros esfuerzos y nos discipline. Saber dónde queremos llegar, pensar en las mejores rutas y asumir los costes son cuestiones fundamentales.
Y, finalmente, a veces nos falta asumir la responsabilidad. No podemos echarle sistemáticamente la culpa al otro de nuestros propios fallos y errores, ni pecar de inconsecuentes: los logros requieren dedicación y perseverancia. Y los éxitos suelen partir de fracasos previos.
Lo anterior tiene un cierto aroma a texto de motivación, "coaching" como le llaman hoy. Puede ser. Pero cada año que pasa estoy más convencido de todo lo anterior. Si no somos más ricos y tenemos un mayor bienestar no es porque seamos tontos, nos falte autogobierno o no tengamos infraestructuras y medios. La explicación está en nuestros cerebros y estómagos.
*Director de GEN (Universidade de Vigo)
@SantiagoLagoP
