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Confianza en Europa

Europa se encuentra sumida en una profunda crisis de confianza, pero paradójicamente parece que no constituye un motivo de preocupación especial para los ciudadanos europeos en general, salvo para aquellos a los que se les ha inoculado el escepticismo y las ganas de enredar mezclando la fobia al inmigrante con sentimientos híper nacionalistas recreadores de ideologías políticas trasnochadas y que en un pasado aún reciente han causado mucho daño a los europeos.

Normalmente habría que considerar que si para los españoles, Europa no se encuentra ni siquiera entre los índices de seguimiento del barómetro del CIS, es porque damos por bueno que las cosas funcionan y que nuestra preocupación se centra en cosas más domésticas. Lo que no nos damos cuenta es que sí nos afecta y mucho la gestión de las instituciones europeas, mejor dicho la lenta y tediosa de gestión de dichas instituciones.

La Unión Europea arranca en 1951 como Comunidad Económica Europea y se transforma en el año 1993 con el Tratado de Maastricht en la Unión Europea. Hoy conforman la Unión 28 países, 508 millones de personas y el área política común con el mayor nivel de bienestar que existe en el mundo.

A pesar de todas las dificultades y de las voces que se quejan de que esto no funciona, lo cierto es que contamos con libre circulación de personas, mercancías y capitales, una moneda poderosa y un acervo jurídico común muy avanzado que garantiza la paz y la democracia. Formarnos, buscar trabajo, vender nuestros productos, prestar nuestros servicios, como lo haríamos en cualquier otro lugar de España, es la esencia de Europa.

Los países llamados euroescépticos que cuestionan permanentemente la unión, lo hacen para arrastrar hacia sus particulares intereses, el resultado de las políticas comunes que se han construido y curiosamente en vez de adoptar sus propias decisiones de salida, complican la existencia a los demás teniendo que negociar ventajas bilaterales que al final gangrenan la unión. La gobernanza europea ha constituido su talón de Aquiles para el funcionamiento operativo y eficaz. Las decisiones son muy prolijas, exigen muchas rondas de contactos y negociaciones y finalmente los ciudadanos observamos que las decisiones se dilatan en el tiempo y son adoptadas de forma extemporánea.

Es importante que tengamos confianza en lo construido, pero esta confianza se muestra de forma efectiva si utilizamos el espacio y las leyes europeas, como lo que realmente deben ser, nuestro espacio y nuestras leyes.

*Economista

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