De un político se pueden decir muchas cosas, incluyendo la de que legisla mal o que gestiona aún peor, pero como muy bien mantiene siempre el presidente Rajoy, ni se debe ni es honesto dudar de su buena fe. La política es un servicio al que solo se debe de acceder si se tiene un verdadero espíritu de servicio a la sociedad, unos entendiendo que se ejerce mejor desde la izquierda y otros desde la derecha. Pues bien, conozco a la conselleira Rosa Quintana desde hace muchos años. La conocí cuando fui conselleiro en el primer gobierno de D. Manuel Fraga y pronto reconocí en ella una mujer de una enorme valentía personal y una dedicación, como pocas, al mundo de la bajura por pura vocación y acendrado amor a ese sector. En 1993 el Parlamento de Galicia aprobó una Ley de Cofradías en la que la actual conselleira tuvo un especial papel y empeño en que, a diferencia de Andalucía, las cofradías tuvieran el máximo poder de acción y representación y que incluso pudieran ser organizaciones de productores, cosa que no era entonces posible en otras regiones. Se hizo el proyecto que fue incluso consultado en Bruselas, para que evitar que sus peculiaridades chocaran con la normativa comunitaria. En aquella legislatura se dieron los primeros pasos para transformar el marisqueo a pie en una actividad profesional. Yo volví a Bruselas pero la conselleira continuó luchando como pocos para que las mariscadoras tuvieran plenos derechos en muchas cofradías en las que posturas machistas les impedían incluso hasta votar. Cuando volví años más tarde Rosa Quintana seguía allí y el marisqueo, gracias a ella, había dado un paso de gigante en democratización y profesionalización. Rosa Quintana nunca ha cambiado y muchos de los que acudieron a la manifestación lo saben de sobra, como también saben de sobra que ¡nunca, nunca, nunca! la conselleira pondría los intereses de ninguna multinacional, por otra parte fantasma, por encima de una bajura a la que ha dedicado su vida profesional. Muchos de los representantes cualificados de las cofradías también lo saben de sobra y por eso, a mí se me encogió el alma y me quedé helado, cuando vi en las fotografías a muchas personas que también saben esto y que ellos saben que no deberían de estar allí? Porque la conocen muy bien y no como conselleira sino como Rosa y la tutean. ¿Qué han hecho? ¿Otra vez Nunca Máis? Cuando les mire a los ojos, la mirada que me devuelvan me dirá si tengo o no tengo razón.
*Exconselleiro de Pesca y presidente de la Autoridad Portuaria de Vigo