Si fuese versado en astrología hubiera intentado, con ilusión e interés, descubrir que conjunción planetaria apadrinó al puerto de Vigo en el ejercicio que acaba de finalizar, permitiéndole presentar unos resultados muy satisfactorios y esperanzadores; incluso tal vez inusitados en una situación que, aunque empiece a verse la luz de salida del túnel, sigue siendo crítica. Claro que, seguramente, tal conjunción haya sido más terrenal y se ciñese a las condiciones naturales y una buena gestión.

Indudablemente, los logros del puerto repercuten por osmosis y rápidamente en la ciudad; porque la administrativa frontera no es más que eso, un código de normas -a veces embarazosas- que hay que cumplir, pero que en ningún caso pueden romper el indisoluble matrimonio de los dos entes

Sin atiborraros de cifras regocijémonos admirando los datos que ofrece la actividad portuaria del último año; empezando por celebrar que en pesca fresca, pese a una pequeña caída con respecto al año anterior, seguimos siendo primacía mundial y, por supuesto, líderes en España, con un amplio colchón de seguridad en relación con el puerto que ocupa el segundo lugar de esta clasificación. En cuanto al tráfico de contenedores nuestro crecimiento, en valores relativos, ha sido el más alto de España y a nivel regional puede decirse que casi monopolizamos el sector, multiplicando por cifras de dos dígitos al de A Coruña.

El notable incremento en el movimiento de carga general, que económicamente es el más significativo, se alcanzó un volumen superior al conjunto que aportaron A Coruña, Ferrol, Vilagarcía y Marín. La frecuente escala de cruceros, entre los que figuran los más grandes del mundo, hizo que Vigo recibiese en ese sector más pasajeros que cualquier otro puerto del litoral atlántico y cantábrico. La consolidación de la Autopista del Mar es ya un hecho irrefutable y cada día con más expectativas de atraer nuevo tráfico extracomunitario.

Por su incuestionable vinculación podríamos poner la guinda a esta tarta con la recuperación de la actividad en los astilleros, ya con carga de trabajo asegurada para varios años; aunque haya que lamentar la incomprensible excepción de Vulcano, al que hay que exhortar para que se esfuerce en enderezar el camino; sabiendo que nunca llovió que no escampara.

Creo que además de celebrar los jugosos resultados que 2015 dejó a nuestro puerto, podemos mirar al futuro con esperanza y con el timón en las expertas manos de López Veiga se puede vaticinar una feliz singladura, para la que ya se anuncian hitos tan significativos como la adjudicación de un estudio para una conexión ferroviaria con la terminal de Bouzas; la próxima entrada en servicio del Puerto Seco en la Plisan, o la decisión de dar carta de naturaleza a la "Blue Growth" o política azul de crecimiento sostenido que propiciada por la Comisión Europea, pretendiendo potenciar las actividades económicas y sociales de los puertos.

Aun así y a fuerza de inconformista me atrevería a sugerir al Presidente de la Autoridad Portuaria que indague si hay alguna posibilidad -por débil que sea- de volver a reivindicar la condición de puerto nodal; porque los datos de que disponemos y la futura conexión ferroviaria con Bouzas parecen argumentos de peso. La gaita es para el gaitero que, además, podría entonar con fruición el popular "Ay Pepiño adiós"

Indiscutida la pujanza del puerto, es imprescindible comprometerse a no bajar la guardia mirando al ombligo con ufanía, sino y por lo contrario mantener el pulso que permita potenciar las posibilidades ofrecidas por una generosa madre naturaleza. Premisa que atañe en primer lugar a la Autoridad Portuaria, pero que no deben ignorar el Ayuntamiento y otras instituciones gubernamentales. Busquemos el continuo desarrollo del puerto con leal colaboración, con una armonía entre los responsables que emule al crucero del mismo nombre -el mayor del mundo- que en breve nos honrará haciendo escala en Vigo en su viaje inaugural.