Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Nombres propios

Carlos Velo, cineasta y galeguista

El 15 de noviembre de 1909 nacía en la localidad ourensana de Pereiros-Cartelle Carlos Velo Cobelas, que, además de un gran galleguista, fue también un cineasta importante. Falleció en la ciudad de México el 1 de marzo de 1988, hace ahora 28 años. Por propuesta del limiano Luis Álvarez Pousa vino a participar desde su exilio mexicano en la quinta edición de las Xornadas do Cinema de Ourense, celebradas en abril de 1977, que eran organizadas por el Cine Club Padre Feijóo. Dentro del programa de las mismas había pronunciado Velo, en el salón noble del Liceo Recreo, una conferencia muy interesante sobre los nuevos adelantos del séptimo arte. Traía en aquel momento debajo del brazo, como si fuese un juguete infantil, un disco con imágenes fílmicas y no se cansaba de repetir que aquello era el futuro del cine. Tenía Velo mucha razón, pues hoy el cine se encuentra en soporte similar bajo el nombre de DVD. Demostraba además así que siempre había sido en esta bella arte un adelantado y un pionero. Desde joven el cine había sido su verdadera pasión.

Su padre era el médico del municipio donde nació Velo. En Ourense estudió el bachillerato y el magisterio, y en nuestra ciudad conoció a Vicente Risco, que lo inició en el galleguismo. Más tarde marchó para Madrid a estudiar medicina, pero sus verdaderas pasiones eran la biología y el cine. En 1932 se licenció en Biología en la Universidad Complutense, donde más tarde llegó a ser profesor de las disciplinas de Ciencias Naturales y Entomología. De forma curiosa, y en cierto modo accidental, la biología lo llevó al mundo profesional del cine. Con Luis Buñuel creó el primer cine club español de la historia en la Residencia de Estudiantes de la ILE madrileña, dependiente de la FUE (Federación Universitaria Española). Cuando el gran cineasta de Calanda filmó el famoso cortometraje Un perro andaluz, Velo le facilitó para su filmación las hormigas rojas. En las sesiones cine-clubistas de la Residencia de Estudiantes disfrutó viendo los clásicos del cine, que dejaron en él una inmensa huella: S. M. Eisenstein, Dovchenko, Dziga Vertov, Pudovkin y, especialmente, Robert Flaherty. Este último iba a tener posteriormente en el arte documentalista de Carlos Velo una grande influencia. Campo en el que mucho destacó y no tanto en el de los largometrajes. Conoció a Lorca y el film El acorazado Potemkin siempre le entusiasmó. Fue Fernando G. Mantilla el que lo inició en la técnica cinematográfica, que nunca abandonaría, incluso en su largo exilio mexicano. Siendo todavía un estudiante del último curso de la carrera, en diciembre de 1931, participó en la primera Misión Pedagógica republicana celebrada en la localidad segoviana de Ayllón, dirigida por Manuel Bartolomé Cossío. A la que llevó precisamente varios documentales cinematográficos para proyectar. Tanto en la etapa republicana, como luego en la mexicana, realizó interesantísimos documentales. Entre ellos es necesario destacar La ciudad y el campo, Castillos en Castilla, Almadrabas, Infinitos, Felipe II, El Escorial, Yerbala, México eterno, Historia de México, Raíces (que fue premiado en Cannes en 1953), Pintura mexicana de Diego Rivera, Arte público de David Siqueiros, Homenaje a León Felipe, Torero y Cartas de Japón. Uno de sus más lindos documentales es Universidad Comprometida, en el que sale Salvador Allende pronunciando un hermoso discurso a los estudiantes de la universidad mejicana de Guadalajara. Al discurso del presidente chileno Velo le puso unas imágenes muy acertadas, lindas y adecuadas. Este documental, junto con algún otro, había sido proyectado en su día en unas Xornadas do Cinema de Ourense, siendo traída la copia oportuna en 16 mm. por la viguesa Mª José Queizán. La TVG en su momento, cuando Velo volvió a su tierra gallega, había emitido su largometraje Pedro Páramo, basado en un famoso libro de su amigo mejicano Juan Rulfo.

En México Velo, como un auténtico emigrante, tuvo que soportar varios problemas e incomprensiones. Su vida en el país americano está llena de luces y de sombras. Incluso llegó a estar privado de libertad durante un tiempo. Allí colaboró con los galleguistas y fue uno de los fundadores de la excelente revista Vieiros, que, de forma clandestina, distribuía en Ourense el abogado Amadeo Varela. Su participación en la creación en 1953 del Padroado da Cultura Galega fue también destacada, junto con Luis Soto, Florencio Delgado Gurriarán y Eligio Rodríguez. Y, además de Vieiros, en 1942 colaboró también en la fundación de la revista Saudade, junto con Delgado Gurriarán, Ramiro Isla Couto y José Caridad Mateo. Ya en 1936 había rodado un documental sobre Compostela y su arquitectura y sobre folklore y etnografía otro en 1937 con el título de Galicia. Y en 1983 recibió de la Xunta de Galicia el premio Mestre Mateo, con el que fue reconocido el conjunto de la obra de un importante creador gallego como era él. Más tarde, en 1989, la misma Xunta estableció el Premio de Guiones Cinematográficos Carlos Velo.

Velo se encontraba en Segovia preparando unas oposiciones para la cátedra de Ciencias Naturales, cuando se inició la Guerra Civil. Pensando en escapar con su mujer Marylin Santullano a Portugal, marchó para su aldea de Cartelle. Pero desistió de este plan y por casualidad acabó por filmar en Marruecos, por un periodo de seis meses, el documental Yerbala. Luego, en febrero de 1939, logró un salvoconducto del ejército republicano y marchó a Francia como refugiado, siendo internado en el campo de concentración de Saint Cyprien-Josafat. Desde aquí, junto con su esposa, gracias a la ayuda de los hermanos Fernando y Susana Gamboa, y la excelente acogida del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, embarcó para Méjico en el vapor llamado Flandre. En la capital mexicana conoció entre otros al pintor Siqueiros, y en la casa de este a otros intelectuales republicanos. Cuando Lázaro Cárdenas inaugura el Instituto Politécnico Nacional, Velo es invitado a ser profesor de Biología General en el mismo, y decide nacionalizarse mexicano. Demostrando su amor por su tierra y su republicanismo, en julio de 1940, en el número 6 de la revista España Peregrina, publica el artículo "Galicia, paisaje de sangre". Paralelamente colabora con artículos sobre cine en la revista Romance. Fue miembro de la Unión de Profesores Universitarios Españoles, que desde 1943 dirigía en Méjico el científico Ignacio Bolívar. Durante esos primeros años 40 continuó con su docencia en diversos centros educativos mejicanos, hasta que en 1944, con una fuerte depresión por el súbito fallecimiento de su esposa, decide abandonar su trabajo de profesor. Y para recuperar su ánimo se dedicó desde ese momento por completo al cine. En el mismo año de 1944 ya consigue el Premio Ariel como coguionista del film Entre hermanos. Entre los años 1946 y 1953 dirigió el Noticiero Mexicano EMA (España-México-Argentina), llegando a conocer en 1952 al productor de Yucatán Manuel Barbachano Ponce, con el que realizó el cortometraje Telerrevista, y en 1956 su primer largometraje titulado Torero, en el que se cuenta la biografía de Luis Procuna, famoso torero mexicano. Con Barbachano de productor, en 1960 se decidió a realizar el film Pedro Páramo, basado en el famoso libro de Juan Rulfo, para lo que contó con su amigo Carlos Fuentes como guionista y el propio Rulfo decidió que los escenarios fuesen los paisajes de los estados de México e Hidalgo, siendo estrenada la cinta, no sin cierta polémica, en 1966. Y cuando los hermanos Barbachano crearon Teleproducciones, Velo pasó a ser el director técnico, desarrollando el proyecto Cine Verdad, poniendo en marcha también otro proyecto denominado Raíces. Desde su importante puesto colaboró de forma decisiva para que Luis Buñuel pudiera rodar en 1958 Nazarín, y en 1959 Juan Antonio Bardem su film Sonatas. Para la productora de su segunda mujer, Angélica Ortiz, realizó cuatro largometrajes comerciales de ficción, bajo los títulos de Don Juan 67, Cinco de chocolate y uno de fresa, Alguien nos quiere matar y El medio pelo, volviendo más tarde al documental. En 1971 se encargó de la dirección del Centro de Producción de Cortometraje de los Estudios Churubusco, impulsando una profunda renovación del cine mexicano, y pasando a dirigir en 1975 el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), del que por su propuesta era presidente honorario el cineasta Buñuel. A partir de 1976 dirigió el Centro de Producción Audiovisual de la Secretaría de Educación Pública y fue fundador de la Asociación Mexicana de Recursos Audiovisuales Científicos (AMRAC), actuando como su presidente de 1984 a 1988.

El cubano Alfredo Guevara le pidió a Velo en su día colaboración para crear el muy importante Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC). Colaboró mucho con los exiliados españoles y en 1949 se creó el Ateneo Español de México, del que Velo fue un socio fundador. Este Ateneo precisamente en estos momentos está teniendo problemas económicos para poder sostenerlo y mantenerlo abierto y en funcionamiento.

En el año 1956 se celebró en Buenos Aires el Primer Congreso de la Emigración. Carlos Velo presenta en este importante congreso su proyecto de creación de un Centro Cinematográfico Gallego, representando al Padroado da Cultura Galega. En su intervención declara solemnemente su total fe y amor por el cine como "el instrumento más poderoso de nuestro tiempo para la intercomunicación entre los seres humanos y la propaganda del progreso". Su propuesta se articulaba en torno a las cuatro ramas de la industria cinematográfica: Producción, Adquisición e Intercambio, Distribución y Exhibición, para tres géneros (educativo, documental e informativo), además de contemplar las posibilidades de un Noticiero Galego mensual, que estableciese su propia red de exhibiciones en España y América y sus sistemas de intercambios con otros noticieros mundiales. El proyecto contemplaba también la organización de "Grupos de Cineacción Rural", para llevar a las aldeas y caseríos gallegos el mensaje cultural del cinematógrafo. En la disposición novena y transitoria, Velo solicita del Congreso antes citado que de forma inmediata ordene la filmación en blanco y negro y formato de 35 mm., los eventos del mismo. En cierta ocasión, al ser entrevistado, Velo comentó: "Seré feliz el día que pueda ver una película hablada en gallego y subtitulada en castellano". Palabras que demuestran que, además de su amor por el séptimo arte, al que le dedicó tantos esfuerzos a lo largo de su vida, también tenía un profundo amor por su tierra gallega, por su idioma y por su cultura.

Es aconsejable la lectura de los estudios y publicaciones dedicados a Carlos Velo, de los que son autores Luis Álvarez Pousa, Miguel A. Fernández, Margarita Ledo y Romà Gubern. Y el visionado del documental Galicia, que realizó en 1936, con una duración de 8 minutos, recuperado en 2010, pudiendo ser bajado de Youtube.

*Educador social y animador cultural.

Compartir el artículo

stats