Asombra el impulso paternalista que le ha salido a Varela en el pleno. La definición de centros comerciales como "espacios privados que se están convirtiendo en plazas públicas en las que la gente pasea, come...Solo les falta dormir allí" es lapidaria, para enmarcar.
El alcalde de Vilagarcía podía buscar otra excusa menos peregrina. Los ciudadanos en absoluto necesitan que alguien les proteja y les diga que tienen que hacer, donde pasear o disfrutar de una tarde de compras porque papá prohíbe ir al híper.
Nadie le ha votado para que decida cómo tiene que ocupar el tiempo libre el pueblo de Vilagarcía sino para otros asuntos más serios porque es el momento de mirar hacia adelante.
Los socialistas tienen que espabilar y buscar argumentos más sólidos para tumbar inversiones que, además, generan unas expectativas laborales que a más de uno le vendría de perlas, pues las ayudas sociales son demasiado míseras y nada gratas para quien las percibe.
El proyecto socialista, en general, nada habla en contra de las áreas comerciales. Hay muchas ciudades que impulsaron este tipo de superficies con alcaldes del puño y la rosa. Llega con mirar A Coruña o Vigo. Pero en Vilagarcía parece que hay un socialismo propio aunque el programa no revela qué se quiere para ese suelo de As Carolinas ni qué se va a hacer con la vieja fábrica de Lantero ni apuesta por el frente marítimo.
Las ciudades están muy cansadas de tanta figura paterna y de guías espirituales. El pueblo quiere, simplemente, la máxima prosperidad ¡No la frene!
