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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Un pacto a la naranja

Desde que conocimos los resultados de las elecciones legislativas de 20 de diciembre de 2015, quedó bastante claro que el objetivo principal de la estructura político-financiera que maneja el país era conseguir un gobierno que fuera grato a los mercados. Y, por si hubiese alguna duda al respecto, al día siguiente lo confirmó el presidente en funciones, señor Rajoy, proponiendo un pacto entre el PP, el PSOE y Ciudadanos.

"Un gobierno con 253 diputados -vino a decir- daría seguridad jurídica y certidumbre tanto dentro como fuera del país, y permitiría la continuidad de las reformas estructurales que son necesarias". El lenguaje político es siempre deliberadamente ambiguo, pero cuando se alude a "reformas estructurales" todos entendemos que se trata de una amenaza inminente para la pervivencia de los derechos sociales básicos (sanidad, educación, salarios etc.). El objetivo, pues, estaba perfectamente definido pero faltaba por saber como se articulaba la mezcla cara al público. La sintonía de fondo entre la vieja derecha (PP) y la nueva (Ciudadanos) estaba perfectamente garantizada a expensas de que el primero de los partidos ofreciese al segundo la cabeza de algunas de sus figuras más afectadas por la corrupción, además de un firme y explícito propósito de enmienda. Pero el encaje del PSOE en esa operación era problemático. El partido que ahora lidera Pedro Sánchez lleva años perdiendo sustancia social a chorros y una alianza tan descarada con los dos partidos de la derecha podría resultar catastrófica para sus intereses sobre todo ahora que ha surgido una nueva fuerza (Podemos) que le disputa el espacio electoral de centro izquierda.

¿Qué hacer entonces? La oportunidad se la brindó el propio Rajoy al renunciar a formar gobierno ante la certeza de que, en un primer intento no disponía de los apoyos parlamentarios precisos. El Rey, lógicamente, la encargó esa tarea al segundo partido (PSOE) con más diputados y el señor Sánchez se dispuso a gestionar una mayoría de gobierno negociando a derecha y a izquierda con Ciudadanos y con Podemos. Una tarea imposible que podría derivar en esquizofrenia, hasta que el miércoles pasado supimos de la firma de un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos que pone fin de momento a la búsqueda de esa fórmula política que garantice la cuadratura del círculo.

Podemos, como es natural, ha roto relaciones con el PSOE y Ciudadanos todavía no descarta que el PP se pudiera sumar a la fiesta bien mediante la abstención, bien bajo alguna otra fórmula que en cualquier caso supondría el cambio de Rajoy por otro candidato. Eso, o nuevas elecciones. En fin, un vodevil. Alguien ha definido este juego de apariencias entre Pedro Sánchez y Albert Rivera como un "pacto a la naranja", en la medida de que en el acuerdo firmado entre ellos predomina el color ideológico de Ciudadanos. En el año 1975, Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo estrenaron una comedia de enredo escrita por William Douglas Home que se llamaba Pato a la naranja. Y casi diez años después la volvieron a interpretar Arturo Fernández y Paula Martel. La obra trataba sobre las tácticas que emplea un marido veterano, pero todavía atractivo para recuperar el amor de su mujer después de que esta le hubiese confesado una relación adúltera. De plena actualidad.

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