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Una máquina del tren de origen desconocido

Las máquinas del tren de carbón para asar castañas arrastran su origen putativo. Perdón por decirlo con tanta crudeza, pero no cabe hacerlo de otra forma. Nadie sabe una palabra sobre su nacimiento, ni sobre el motivo exacto de su peculiar diseño, ni mucho menos sobre quién tuvo algo que ver con una paternidad no reclamada por nadie.

En contra de lo que pudiera suponerse, la resolución de tal arcano no está hoy, como la mayoría de las cosas más increíbles por extrañas o desconocidas, a golpe de un simple clic informático: ni siquiera Wikipedia, la enciclopedia de las enciclopedias que todo lo sabe, aporta siquiera una pista sobre el inventor de tan sorprendente como entrañable trasto.

Su posible origen gallego, que no cabe descartarse en modo alguno, fue puesto en la picota por el mítico Valentín Pazos Recamán, cuando abrió su intimidad en cierta ocasión, un día que se puso nostálgico.

El mítico castañero de la plaza de la Herrería reveló que cuando era un rapaz de 14 o 15 años, en Huelva fue donde se topó con una familia orensana, que regentaba una máquina de tren de asar castañas que, no obstante, bien pudo llegar desde Galicia. Hasta la capital andaluza había ido a parar Valentín para trabajar como incipiente marinero. ¡Una locomotora en Huelva!, una de las ciudades más calurosas de España, donde tal negocio debía tener una temporada cortísima.

Por medio anduvo una guapa chavalita que ayudaba en el negocio, a quien Valentín no paró de comprar cucuruchos de castañas, entre tonteo y ronroneo. Luego la chica lo dejó por otro, Valentín regresó a Pontevedra y tomó la determinación de hacerse castañero.

El propio Valentín, pero también Ricardo Saá, al igual que las castañeras María Giovana Fernández o de Elsa Ramos Touriño, los testimonios de unos y otras se remontan a los tiempos de sus abuelos para establecer el origen de sus locomotoras.

Valentín compró su máquina del tren al señor Benjamín, su antecesor más reconocido. El padre de Ricardo encargó la suya a un herrero de Ourense en 1931, a partir de una foto tomada a otra máquina del tren en Vigo. Y tanto Giovana como Elsa rescataron en su día las locomotoras empleadas por sus antepasados.

A partir de ahí se pierde cualquier rastro fiable que ayude a desentrañar tamaño secreto: quien fue de verdad el inventor de las máquinas de carbón de asar castañas. Ahí está el meollo de esta historia.

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