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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Rajoy, Aguirre y la rana

Mal enemigo tiene el señor Rajoy en doña Esperanza Aguirre. Acosada por el continuo descubrimiento de escándalos de corrupción en el PP de Madrid (la organización que ella mangoneaba desde hace años), la señora Aguirre ha presentado su dimisión como presidenta del partido, pero conservando su acta como concejal del Ayuntamiento. De esta forma, se reserva una estratégica plataforma a la espera que un cambio en las alianzas políticas pudiera brindarle la oportunidad de reconquistar la alcaldía que ahora ocupa Manuela Carmena.

Y no solo eso, porque ha aprovechado la ocasión de su comparecencia ante la prensa para asumir su responsabilidad en el nombramiento de algunos políticos presuntamente venales, mostrarse ella misma como campeona en la lucha contra la corrupción, y de paso enseñarle a Rajoy la puerta de la dimisión como presidente del gobierno en funciones y como presidente nacional del PP. "Aguirre enseña el camino a Rajoy, y dimite por la corrupción", resumió muy expresivamente en primera plana un periódico nacional. La enemistad entre la aristocrática dirigente madrileña y el político pontevedrés es antigua. El primer encontronazo visible data de marzo de 2008, cuando se produjo la segunda derrota electoral frente a Zapatero. Aquella noche amarga para el PP, el frustrado candidato a la presidencia del Gobierno salió a saludar desde el balcón de Génova a un coro de ruidosos partidarios y poco faltó para que desde el primer piso (donde tenía su despacho la señora Aguirre) no lo empujasen a la calle. Un intento de defenestración política que continuó acto seguido al coaligarse, para ese fin, la cadena de emisoras propiedad del episcopado español, cuyo locutor estrella era entonces Federico Jiménez Losantos, con "El Mundo" que dirigía Pedro J. Ramírez. Y todo ello contando con la simpatía de José María Aznar y con el apoyo explícito del exsecretario general del partido, el impetuoso Álvarez Cascos, que no le perdonó nunca a Rajoy que no le cumpliese el capricho de ser candidato por el PP a la presidencia del gobierno de Asturias. Tanto que acabó por crear otro partido (Foro) provocando un cisma en el de procedencia. Todos sabemos cómo terminó la historia. Rajoy, con la ayuda de Arenas en Andalucía y del clan Barberá en Valencia, se consolidó en el puesto y gracias a la crisis financiera mundial (que en España se achacó a Zapatero) consiguió ganar, al tercer intento, las elecciones con una mayoría en el Congreso, en el Senado, en las autonomías y en los ayuntamientos como nunca se había visto. Pero todo ese inmenso caudal de poder político se ha venido abajo en cuatro años por la dureza de los recortes sociales y por los continuos escándalos de corrupción.

Ahora lo tiene difícil para formar nuevamente gobierno. La aritmética parlamentaria no le favorece y los enemigos internos (los de siempre y otros nuevos) crecen en número. De momento, la señora Aguirre se manifiesta tranquila respecto de posibles implicaciones suyas con la corrupción ya que al parecer tenía la costumbre de no firmar nada comprometedor y dejaba esa tarea a subalternos. Todos ellos, gente decente, excepto dos que le "salieron rana". Pese a todo, en algún medio madrileño se insinúa que pudiera surgir algo relacionado con una de las torres de La Castellana.

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