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Alcaldada en Oporto

Sinceramente me gusta Oporto, la admirada ciudad vecina y me gusta el oporto, exquisito vino con denominación de origen universalmente reconocida, pero me temo que empiece a no gustarme su alcalde y que incluso dude de que sea el regidor que se merece la entrañable ciudad que da el último adiós al Duero.

Es fácil colegir que este dicotómico sentimiento cabalga sobre la intolerable pataleta del alcalde Oporto, estallando en una pueril rabieta al enterarse de que la TAP, en lícita decisión empresarial, va a operar una línea aérea entre Vigo y Lisboa. Con tal actitud, que bien puede considerarse como una alcaldada, el señor Rui Moreira somete la normal competencia y libertad comercial a un lamentable paso por la ley del embudo, ya que tras bastantes años de aceptar y colaborar al desvío de pasajeros de nuestra zona hacia Sá Carneiro, no soporta que una compañía aérea, que lógicamente busca las primacías que pueda ofrecer el mercado, decida explotar una nueva conexión internacional en Peinador.

La sinrazón del regidor portugués va más lejos y llega a amenazar con boicotear el tráfico de su propio aeropuerto, es decir, que con tal de fastidiar a Vigo está dispuesto a provocar su propio perjuicio. Es posible que una vez más se manifieste el seudo axioma de que hay razones que el corazón no comprende y que, como en este caso, las demandas del órgano cardiaco, hacen burlar la lógica de la razón.

No Sr. Rui Moreira, no. Lo correcto no es boicotear, sino colaborar en la búsqueda de nuevas conexiones que potencien aún más un aeropuerto que por su situación geográfica y por las subvenciones que recibe ya ha alcanzado un envidiable nivel de desarrollo. Lástima que Galicia no hubiera hecho lo mismo con Peinador para plantarle cara y convertir la terminal del sur de la comunidad en el gran aeropuerto de la Eurorregión como corresponde a su condición de área más poblada y su estratégica situación en el centro geográfico de la misma.

Solo una manifestación de insano egoísmo puede abogar por tan irracional comportamiento con Vigo, cuya terminal aérea no va a privarle de los pasajeros portugueses que seguirán utilizando Sá Carneiro. Lo que le quitará Vigo a Oporto, sin posible discusión lógica, son los pasajeros de nuestra zona, que se verán liberados de un innecesario desplazamiento; o sea, que defendemos que se dé a cada uno lo suyo.

Por otra parte, tampoco es de recibo que irrogándose una prepotencia, que ignoro quien se la ha concedido, saque pecho con alusiones a la PIDE (Policía Internacional del Estado) y manifieste que rechaza se le den lecciones. No Sr. Rui Moreira, no pretendemos darle lecciones, porque ni es ese nuestro talante ni queremos perder tiempo. Lo que pretendemos es llamar a las cosas por su nombre y le aseguro que hay alcaldadas que pueden absorber un buen puñado de peyorativos epítetos de nuestro rico idioma.

El revuelo de la pataleta ya obligó a la TAP a hacer una nueva y generosa oferta para cubrir la línea Oporto-Lisboa, pero aferrándonos a la lógica y a la razón confiamos en que la aerolínea portuguesa, en virtud de su libertad de estrategia comercial, no desista de su proyecto para Vigo y hacemos votos para que el éxito asegure una continuidad sine die, algo que ya parece atisbarse con la incipiente comercialización de billetes para un trayecto al que Vigo y una amplia zona de influencia dan la más efusiva bienvenida y que debiera servir también para estrechar los lazos, cordiales e intensas relaciones entre las gentes de las dos orillas del Miño. Solo hay que aceptar de buen grado algo tan razonable como el dicho de la sabiduría popular "amiguiños, si; pero a vaquiña polo que vale".

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