Vivimos en la incerteza. Por la mañana leo en un importante periódico nacional que una denominada Cátedra de la Memoria Histórica contratada por el Ayuntamiento de Madrid ("contratada por Carmena" resume el titular) ha elaborado una primera lista de calles dedicadas a conspicuos franquistas con vistas a su posible eliminación.
Entre los personajes a eliminar del callejero figuraban los escritores Álvaro Cunqueiro, Josep Pla, Eugenio D'Ors, Manuel Machado (hermano de Antonio), Agustín de Foxá, Gerardo Diego, Miguel Mihura, José María Peman, González Ruano y Juan Ignacio Luca de Tena (director de ABC). Y también figuraban en el listado de prescindibles (a esos efectos, claro) otras personalidades de variada dedicación como el cardenal Herrera Oria, el arzobispo Aquilino Morcillo, el ministro de UCD Enrique de la Mata Gorostizaga, el político José Calvo Sotelo, el exfutbolista y luego presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, el expresidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch, y el torero cordobés Manuel Rodríguez "Manolete" .
Y no me había dado tiempo a especular con las razones que pudieran haber llevado a los autores de la lista a incluir unos nombres y prescindir de otros, cuando a primera hora de la tarde oigo en una emisora de radio unas declaraciones de la presidenta de esa Cátedra de la Memoria Histórica, negando que la lista existiese (al menos en la forma en que la presenta el periódico) y menos aún que haya cobrado por ello, como se afirmaba en la noticia. "Hay alguna mano negra interesada en confundir", vino a decir esa señora.
Desconozco cuál puede ser la intención última de los que filtran informaciones que a la larga se demuestra que no son ciertas pero parece evidente que se aprovechan de un clima de crispación mediática que favorece la propagación de una escandalera antes de comprobar si se ajusta a la realidad. La muy moderada ley de la Memoria Histórica de 2007 ha sido calificada por algunos de "instrumento para avivar el odio entre españoles" pero muy poca gente se la ha leído. En su artículo 15, por ejemplo, "insta a la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos y menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la guerra civil y de la represión de la dictadura". No obstante, sigue, "no se debe aplicar si las menciones son de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artistico-religiosas protegidas por la ley".
En Oviedo, poco después de su muerte, se le hizo un monumento a Franco por suscripción popular a iniciativa del Ayuntamiento. El escultor Juan de Avalos (que también tiene obra en el Valle de los Caídos) previendo la natural evolución del tiempo político ideó un grupo escultórico que pudiera servir para la posteridad. El grupo está formado por la diosa Hera con los cabellos al viento, el dios Neptuno que cabalga un delfín, como si usara una moto de agua, y el dios Apolo que parece cegado por el sol. Y limitó sabiamente la presencia de Franco a un medallón con la efigie del dictador. El 8 de junio del año pasado una representación del municipio retiró el medallón y ahí sigue el monumento.
