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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las lagunas

Pues, la verdad sea dicha, no debe causar demasiada sorpresa que el cierre de la instrucción por el "caso Alvia" se resuelva con un solo imputado, que es el maquinista del convoy. Confieso desde el primer momento no existía posibilidad de que pudiera en el caso de haberlo intentado después, negar la responsabilidad que le correspondía. Y no lo hizo, aunque como parece lógico, su defensa argumentará en su favor cuanto pueda rebajarla.

Pero dicho eso, lo que sí sorprende es la argumentación del señor fiscal a la hora de determinar la ausencia de otros acusados. Ha dicho que se plantearon numerosas alegaciones, rechazadas porque se referían "a hechos ya investigados" o porque no tenían relación con la causa. Y sin conocer al detalle los motivos, y por tanto con el riesgo de equivocarse, procede subrayar que el razonaniento parece endeble.

Y no se trata,por supuesto, de reclamar más culpables que los que legalmente puedan serlo ni plantear acusaciones infundadas por el mero hecho de satisfacer las demandas de quienes creen tener causa bastante de perjuicio, y menos aún de atender exigencias políticas partidarias. Pero saldar una catástrofe como la de Angrois, con un horrible balance de víctimas, proclamando que todo fue por el descuido de un maquinista es bastante difícil de asumir.

Las conclusiones del ministerio público han de ser -y desde luego en esta opinión, que no pretende otra cosa, lo son- respetadas, pero no necesariamente compartidas. Y aceptando de antemano la enorme dificultad de la tarea, tanto mayor cuanto más trágico fueron los hechos,-han sido demasiado terribles como para que una sociedad sacudida aún por el recuerdo de aquel día de julio, pueda conformarse.

Y como muchas veces para muestra basta un botón, la disconformidad -siempre respetuosa- se podría resumir en un solo argumento: el accidente, al margen de la culpa por imprudencia, parece haber tenido mucho que ver con las condiciones de seguridad de la vía en el tramo y el posible incumplimiento de las exigencias establecidas en la normativa del concepto ferroviario de alta velocidad. Y en ese sentido llama la atención que no solo no se haya profundizado más en posibles responsables de que esas exigencias no se cumpliesen -básicamente cargos del gobierno ejerciente, que era el de Zapatero,cuando se construyó e inauguró el tramo- sino que ni se citase como testigo al entonces ministro. Aún quedan la vista y los recursos, pero las lagunas sorprenden.

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