Quienes conocemos las Cíes aceptamos sin reticencia alguna que se les otorgue la denominación de paraíso y, como queremos compartir solidariamente este venturoso don de la naturaleza, insistimos en recabar el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.

Una vez más quiero airear la necesidad de una leal y coordinada colaboración, con el mejor ánimo constructivo, para que la Unesco nos otorgue oficialmente este merecido galardón. Alcanzar el objetivo exige recorrer un complicado camino en el que nos encontramos con la necesidad de salvar vallas burocráticas colocadas por la Unión Mundial para la Conservación, el Consejo internacional de Monumentos y Sitios y, finalmente, el Comité de Patrimonio de la Humanidad. Difícil, pero ilusionante reto.

Con la misma intención reivindicativa, hace casi un año publiqué en estas mismas páginas el artículo "La isla de los dioses", en el que hacía referencia a su rica historia, con la posible visita de Julio César. Fueron los romanos quienes las bautizaron como "Islas de los dioses" y resaltaba que el archipiélago ofrece argumentos que satisfacen con creces las premisas establecidas por la Unesco, al disponer de bosque, montaña, lago, fauna, flora, singular ecosistema, riquísima zona submarina y playas de finísima arena que, como la de Rodas, merecieron que National Geographic la destacase como la mejor del mundo. Hay además una directa vinculación con ZEPA (Zona Especial de Protección de Aves) y con la Directiva Europea de Ambiente y Aves. Por si fuera poco, nos permiten gozar de una inusitada belleza paisajista, pudiendo contemplar al mismo tiempo la placidez de la ría y y la bravura del inmenso océano.

En los últimos tiempos la ilusión parecía haberse sumido en un indeseado letargo, sin que apenas hubiese alusiones al pretendido evento; pero la rueda de la fortuna en su incesante giro acaba de prestarnos un múltiple impulso que se me antoja puede resultar decisivo. En primer lugar, el internacional escaparate de Fitur puso de relieve, incluso con proyección de documentales, las singulares posibilidades turísticas de las islas y la exquisita gastronomía de la zona, con un positivo impacto que se manifestó con el interés mostrado por numerosas empresas del sector.

Pero capítulo aparte merece la iniciativa del Concello vigués, trayendo a conocer las islas in situ a once referencias punteras en las redes sociales; a las que el colonialismo lingüístico denomina "Instagram"; lo que hace que parezca oportuno clarificar el significado del vocablo, que de manera sucinta alude a una red social que sube y baja fotos y vídeos en el mágico y universal mundo de internet con millonaria difusión. Los once instgramers, ayudados por un afortunado tiempo, pasaron un día en esas Islas de los dioses y se puede asegurar que le rindieron culto y que el acopio de experto material profesional que han obtenido, tal como acaba de informar FARO, ya ha sido admirado por millones de personas, convirtiéndolas en virtuales visitantes. No es arriesgado vaticinar que un apreciable porcentaje tratarán de pasar de la virtualidad a la presencia física en el paradisíaco lugar que muestran sus ordenadores.

Pero además, confluyendo en tiempo y lugar, en Fitur se entregó el certificado oficial de la Unesco declarando a nuestras islas como Destino Turístico Starlight; es decir, lugar protegido para observaciones nocturnas; singular distinción de la que solo gozan en el mundo un pequeño puñado de sitios y que procediendo de la Unesco arrima significativamente el ascua a la sardina.

Difícilmente se podría pensar en alegatos más positivos para colgarse la banda de Patrimonio de la Humanidad, dando la oportunidad a destacados instagramers de comprobar que las excelencias reiteradamente cantadas no eran exageraban y que la gastronomía de la zona hace honor a su fama.

El ratio coste-eficacia de la inversión parece óptimo y permite confiar en que no tardaremos en comprobarlo, al reconocerse que en las Cíes Paraíso y Patrimonio de la Humanidad son sinónimos.