Al buen hacer profesional de Tano Cochón se debió la rehabilitación integral del edificio García Flórez del Museo de Pontevedra, inaugurado en 1942 con sus célebres Salas Navales. También instaló la balconada y el arco tan característico frente la plaza de la Leña, que comunica el García Flórez con el Castro Monteagudo, edificio cuya ampliación proyectó igualmente.
Prácticamente todas las obras en los edificios de la Diputación ejecutadas durante los años 40 y 50 llevaron su firma inequívoca, incluido el gran hall y la magna escalera del palacio provincial.
De su mano salieron proyectos tan significativos como la reforma interior del Colegio de Fonseca, en Santiago de Compostela (a su muerte continuada por Pons Sorolla); el bar-salón de té de la playa de Compostela, en Vilagarcía, o la gran escalinata de subida al popular santuario de los Milagros de Amil.
Tano Cochón fue un arquitecto de cines más que notables, desde el Cervantes de Vilagarcía, que hizo para Alfonso Bouzó, hasta el Malvar de Pontevedra, que realizó para Isaac Fraga, pasando por el Imperial de Nigrán, que diseñó para Latino Salgueiro. Al menos proyectó también el Colón y el Changui en Forcarei. Entre todos ellos nunca ocultó su predilección por el teatro cine Malvar, cuya obra dirigió con mimo.
Buena parte del trabajo que salió de su estudio privado se plasmó en Pontevedra. Además del nuevo edificio de la Caja de Ahorros Provincial, cuya fachada original respetó César Portela en la remodelación acometida para transformarlo en centro cultural, Fernández Cochón proyectó el Instituto Provincial de Higiene, en colaboración con Emilio Quiroga, luego Delegación de Sanidad en la avenida de Vigo, que todavía se conserva bastante bien.
También hizo el nuevo cafetín de la Alameda para Luís González, así como la fachada en piedra labrada de El Globo, establecimiento de Casiano Peláez en la Oliva, cuyo escaparate se convirtió en la ventana más cotizada de la ciudad.
Igualmente parece que proyectó en los años 50 un ensanche del puente del Burgo y una remodelación del Campo de Pasarón en verano de 1954. El reto de abandonar el pozo futbolístico de la Tercera División empezó a convertirse en una necesidad irrenunciable para el equipo granate.
