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Profesor de Economía Aplicada e investigador del grupo GEN de la UVigo

Capital humano y recuperación

La tenue recuperación en Galicia se está enfrentando a un grave problema derivado del reducido nivel de capital humano que tiene parte de nuestra población. Tanto la teoría económica como los estudios empíricos demuestran que gracias a un mayor nivel educativo, se consigue aumentar la productividad del individuo, mejorando los niveles de eficiencia económica. Al mismo tiempo, es esperable que gracias a una mayor preparación mejoren las condiciones laborales de los trabajadores, ya que su mayor productividad tendrá que traducirse en una mejoría del empleo. Además, e incluso aunque existan diferencias innatas en la productividad de los trabajadores, debido a características personales, esas potenciales desigualdades se podrán reducir invirtiendo en educación.

Unido a lo anterior, una mayor inversión en educación y formación actuará selectivamente, ya que aquellos individuos mejor cualificados serán más valorados por los empleadores y, por lo tanto, serán potencialmente más elegibles. Además, en situaciones de recesión económica, con niveles altos de desempleo, resulta más probable que los trabajadores mejor formados resistan mejor los envites laborales, al ser los últimos de los que se prescinde, por su alta productividad. Es más, en un mercado con información imperfecta, como es el laboral, la inversión en educación puede ser considerada como una señal de la calidad de los trabajadores. Los empleadores no conocen si el potencial trabajador es un "buen trabajador", por lo que la educación es una variable proxy de que puede serlo. De esta forma, y gracias a la educación, se pueden mitigar los problemas derivados de la existencia de riesgo moral y selección adversa en el mercado de trabajo.

En Galicia tenemos un problema grave de capital humano. Si bien, afortunadamente, cada vez más son los individuos con un nivel educativo superior, el peso de la población con bajos niveles de formación educativa reducida es muy importante. Existe, por lo tanto, un gap en los stocks de capital humano gallego que puede estar reduciendo el nivel de crecimiento económico.

En Galicia, la tasa de paro en 2015 para la población con estudios primarios ascendía al 28,4%, frente al 19,3% de la tasa general. Si consideramos a la población con estudios inferiores al nivel primario, la tasa de desempleo sería de 41,3%. Por el contrario, si se trata de la población con educación superior, la tasa de paro se situaba en el 14,2%. Por lo tanto, existe una correlación negativa y significativa entre formación y tasa de desempleo. O dicho de otra forma, un mayor nivel educativo lleva aparejado una reducción del desempleo, tanto en términos absolutos como relativos.

En consecuencia, las oportunidades laborales de los individuos se reducen a medida que disminuye el capital humano. De la misma forma, se constata un incremento de las retribuciones cuando aumenta el nivel formativo. Lo mismo sucede con la potencial mejora de las condiciones laborales. Invertir en educación es, posiblemente, una de las mejores decisiones que puede tener el individuo, ya que le permite una mayor adaptabilidad a los cada vez mayores vaivenes económicos.

Sin embargo, la excesiva dependencia de la economía gallega en sectores que demandan trabajadores con una escasa cualificación (en especial, en la construcción y parte del sector servicios) ha provocado que una parte importante de nuestros jóvenes abandonasen sus estudios, durante la última etapa de expansión.

Esto se ha traducido, entre otras cuestiones, en una elevada tasa de abandono escolar. Estas personas, que durante los años de bonanza económica tenían un empleo bien remunerado, pero de baja cualificación, tras la crisis económica se han visto sin trabajo y desplazados del circuito productivo. Es más, ya no se trata solo de que estén desempleados, sino que muchos han dejado de ser población activa, convirtiéndose en individuos que ni trabajan ni buscan empleo, conformando el colectivo de los "ni-nis".

En cuanto a la población de más edad, los expedientes de regulación de empleo se han cebado en este colectivo. El problema es que son personas de cierta edad, que pueden no tener una formación actualizada y a los que les cuesta mucho encontrar un trabajo. Además, la edad tampoco ayuda, ya que se suele considerar que su productividad, por el simple hecho de ser mayores, va disminuyendo. Lo anterior, sin embargo, dista mucho de ser cierto.

Por lo tanto, las oportunidades laborales de una parte importante de nuestros jóvenes y mayores se han reducido notablemente. De ahí que sea necesaria que desde todas las administraciones públicas, especialmente la autonómica, se invierta más en programas educativos "de segunda oportunidad". Con este tipo de actuaciones se puede lograr una mejora notable de la formación de estos dos colectivos, lo que redundará en un aumento de sus oportunidades laborales y, a medio plazo, una mejora de la situación económica para Galicia.

Eso sí, no se trata de subvencionar actividades formativas "tradicionales", hay que conocer cuáles son las demandas del tejido productivo e invertir en aquella formación que realmente demandan los empleadores. Es necesario ajustar la oferta de formación con la demanda de educación de las empresas. Hay que garantizar la eficiencia de la inversión educativa. No es gastar por gastar, sino invertir en aquello que realmente se precisa.

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