1485 el año en que es nombrado arzobispo primado de Toledo marca el momento en que las grandes virtudes y capacidades de Cisneros explotan para el bien de España.

La importancia del primado de Toledo se remonta a aquellos años en que la jurisdicción eclesiástica era la más extensa de España desde el norte de Madrid a la Sierra de Cazorla.

Cisneros demostró una personalidad fuera de lo común, se enfrentó no solo a los grandes del reino, sino a los mismos Reyes Católicos, cuando aprovechando el nombramiento de primado de España intentaron reducir la parte andaluza de Cazorla.

Cisneros no lo admitió y su argumento fue tajante: "Soy primado y yo no lo pedí y me obligasteis a serlo. Ahora soy yo el que no admite que eliminen una sola hectárea del territorio que corresponde a la jurisdicción eclesiástica del primado de Toledo".

En aquellos tiempos en que los Reyes Católicos dieron un esplendor espectacular en su corte para distanciarse de los grandes del reino, Cisneros vivió con una austeridad que no hizo más que acrecentar su autoridad, dormía en el suelo y muy pocas horas. Con cuatro horas le llegaba.

Su cargo le obligaba a recibir a grandes personalidades y vistas, comían espléndidamente, pero él comía únicamente pan y bebía agua.

Por su rango tenía que vestir ropajes deslumbrantes pero debajo llevaba su hábito de monje franciscano rudo y áspero.

Cisneros fue un hombre sobrio, moderado y casto. En una ocasión durante un viaje fue invitado a pasar la noche en casa de la duquesa de Maqueda porque le habían dicho que la duquesa estaba ausente. Pero no era cierto, estaba en casa y entró en la estancia antes de irse a dormir, al verla le dijo: "Me habéis engañado señora. Si queréis algo conmigo, mañana estaré en el confesionario". Y se marchó del palacio.

En los viajes como primado y regente de España no iba en carrozas sino que montaba en mulos y parte del camino lo hacía andando.

A la muerte de Don Fernando el Católico (23 de enero de 1516), en su testamento deja heredero legal a su nieto Carlos, y regente de Castilla al cardenal Cisneros hasta que su nieto Don Carlos llegue a Castilla.

Cisneros a sus 80 años demostró unas habilidades extraordinarias para poder gobernar el reino de Castilla. Por un lado las apetencias de los grandes de Castilla que a la muerte del rey Fernando volvieron a intentar disfrutar de los privilegios que tenían antes de la unión de Castilla y Aragón, y por otro lado las difíciles relaciones que tenía con la Corte de Bruselas en que estaba el futuro rey de España Carlos I.

Cisneros defendió la legitimidad del testamento de Don Fernando el Católico al reconocer a Don Carlos, educado en Flandes, frente al deseo de los castellanos que deseaban para Castilla a su hermano Don Fernando, educado en Castilla.

A Cisneros no le sobraron contradicciones: en su propia familia su hermano Berladino, por celos, intentó matarlo.

El rey Don Carlos, mal aconsejado por su corte de extranjeros, impedirá que al llegar a España no fuese posible el encuentro con su nuevo rey. Posiblemente si el rey Don Carlos I se dejase guiar por Cisneros no se hubiera producido la revolución de los comuneros. Cisneros, a pesar de sus defectos como cualquier humano, pasará a la historia como un gobernante inteligente, austero y eficaz, al servicio del bien común.

*Miembro del Club 55