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Medicina para gobernantes

Los citófilos, categoría incomprensiblemente inexistente para la Real Academia Española pero en la que me incluyo, tenemos la manía de rebuscar cada cierto tiempo en nuestra colección de citas. Diría que es una forma de buscarse a sí mismo en momentos de desorientación existencial si la frase no sonara excesivamente rimbombante para quien, como el arriba firmante, su fondo de citas se resume en un montón de papeles de la calaña más variada (de una postal o una servilleta a un retal de folio) recolectado allí donde te pillara la lectura de un libro o periódico.

Valga la digresión porque en cualquier husmeo a este vestigio manuscrito robado de otros uno se encuentra siempre con sorpresas que le iluminan el presente, personal a veces y colectivo, otras. "El Estado es una organización criminal en cuanto se vuelve un fin para sí mismo en lugar de un medio para el ciudadano". Tropecé con el chorreo del americano Frank Chodorov en un momento de insomnio la noche posterior a las 24 detenciones de los hasta anteayer respetables dirigentes del PP valenciano y hoy apestados en su propio partido.

Chodorov me llevó a una cita de John M. Keynes, ese ilustrado burgués liberal británico forjado en los verdes pastos de Cambridge. Lord Keynes escribió en 1926 que "el problema político de la humanidad consiste en combinar eficiencia económica, justicia social y libertad individual".

La receta funcionó tras el crack de 1929 y ayudó a la prosperidad de Occidente después de la II Guerra Mundial. Luego la balanza política se fue decantando por el primer ingrediente y el resultado es el bingo de las finanzas y la corrupción -llamarlo casino parece demasiado refinado para la altura de los personajes- que se puede ver estos días en la prensa y en la película La gran apuesta, si son de lectura visual. Zapatero puso el foco en la libertad individual con las leyes del matrimonio homosexual o el aborto y enterró la justicia social el día de agosto que firmó la reforma constitucional sin atreverse a dimitir. Rajoy, Montoro y De Guindos han puesto después todas las guindas en el cesto de la macroeconomía.

En noches como estas, en que la corrupción marida con la estrategia de esgrima de los pactos postelectorales hasta producir reflujo, uno piensa en Chodorov y tiene dudas de que nos merezcamos la medicina completa de Keynes con el nuevo Gobierno, si es que llega, ya sea bicolor o tutifruti. Pero estaría tan bien que algún día nos tocara la lotería? O el bingo.

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