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Sólo será un minuto

No todos son iguales

David: "La gente ambiciosa que piensa que todo el mundo tiene un precio está convencida de que todos los habitantes del mundo son iguales y no se le pasa por la cabeza la posibilidad de que haya personas que no vean la vida como una carrera sin reglas donde lo importante es llegar primero a la meta y luego atrincherarse. Ese tipo de depredadores siempre está en estado de alerta porque no tienen la menor duda de que están rodeados de posibles enemigos que solo piensan en cómo ponerles obstáculos para impedirles avanzar".

"No me refiero, claro está, a seres creativos que peleen por llevar a cabo sus vocaciones intentando esquivar las zancadillas que los mediocres y envidiosos les ponen sino a esos coleccionistas de planes con los que no disfrutan realmente pero que les suministran cotas de poder, cuentas corrientes abultadas, lujos e influencia, y que en determinado momento deciden rodearse de mediocres sumisos y compañías que nunca las lleven la contraria o que demuestren tener ideas propias. Fue algo que me quedó muy claro en mi fugaz paso por la política. Yo estaba lleno de ideales, cargado de energía positiva, pero pronto me di cuenta de que era una misión imposible, que los dirigentes preferían rodearse de súbditos mediocres y descartaban a los que pudieran hacerles sombra, sin que se les pasara por la cabeza pensar que hay gente valiosa que no tiene entre sus planes llegar a ser el mejor si no contribuir a que las cosas mejoren".

"Mientras otros compañeros del partido ascendían tragándose lo que pensaban y aceptando todas las decisiones por erróneas o injustas que fueran, yo levantaba la mano o llamaba a la puerta correspondiente y exponía mis razonamientos, defendía lo que yo consideraba necesario sin que eso significara un acto de indisciplina o deslealtad. Cuando tiré la toalla, sentí que muchas sonrisas se clavaban en mi espalda".

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