Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Un futbolista ilustrado

Los grandes futbolistas están siempre vivos -y jóvenes- en la memoria de quienes disfrutamos con su juego. Ahora acaba de morir en Málaga, a los 72 años de edad, Manolo Velázquez, aquel fino interior del Real Madrid yeyé que conquistó su sexta copa de Europa y el recuerdo nos lo trae llevando el balón hacia la portería contraria con aquella forma suya de escorarse hacia un lado para engañar a los contrarios sobre la dirección que iba a tomar. Unas veces con el cuero muy pegado al pie y otras metiendo un pase luminoso que aclaraba el panorama del área por muy transitada que estuviese.

Era más rápido de cabeza que de piernas y no podía competir en velocidad con compañeros suyos como Pirri, Amancio, Serena, Grosso e incluso el veterano Gento, que había sido un avión por la banda izquierda en aquella delantera imperial que comandaba el impar Di Stefano, aquella que ganó cinco copas de Europa seguidas. Amancio y Serena eran rapidísimos en pocos metros, mientras Pirri y Grosso tenían un tranco persistente, de corredor de fondo, que acababa por destrozar a quienes se atrevían a seguirles el paso.

Por cierto que, de aquella plantilla formaban parte también, además de Amancio, otros dos futbolistas gallegos, Jaime Blanco y Veloso, uno mediocampista y el otro delantero. El santiagués Veloso, que fue internacional con la selección española, marcó un gol extraordinario contra el Anderlech belga en una de las eliminatorias de esa Copa de Europa. Fue un tiro de cuarenta metros con la zurda (Veloso era ambidextro) que entró por la escuadra y el estadio se vino abajo aplaudiéndolo. Luego, el menudo Veloso se lesionó y su recuperación no llegó a tiempo de disputar la final de Bruselas con el equipo titular.

La victoria del Real Madrid yeyé (así se le llamó por su juventud) fue el éxito postrero de Santiago Bernabéu que volvió a alcanzar la gloria europea y esta vez, para mayor mérito, con un equipo formado por jugadores nacidos en España. Con la única excepción del húngaro nacionalizado español Ferenc Puskas que, con muchos años y mucha barriga, todavía asombraba en los estadios por su fabulosa técnica.

Pero, no todo fueron alegrías ni buen rollo en el seno de la Casa Blanca. A propósito del fallecimiento de Manolo Velázquez, el periodista deportivo Alfredo Relaño nos cuenta que Santiago Bernabéu nunca congenió con el numero 10. Al gran patrón le parecía un joven que no se cortaba a la hora de pedir explicaciones (eso si, siempre educadamente), ni tragaba con algunas versiones oficiales de supuestos problemas dentro del vestuario. Además de eso, escribe Relaño, "era más ilustrado de lo que solían los jugadores de entonces, estudió banca, hablaba inglés, le gustaba la música anglosajona, cuidaba su pelo, vestía a la moda. Y lo mismo se dejaba bigote que se lo quitaba.

A Bernabéu todo eso se le hacia molesto y sospechoso". Y no fue Velázquez el único en sufrir tan peculiar manera de entender cual debe ser el comportamiento, los gustos y las aficiones de un jugador de fútbol. Antes que él, un gran jugador gallego, Pahiño, estuvo mal visto por su orientación política y su confesada afición a la literatura rusa. Durante las largas y tediosas concentraciones leía a Dostoievski.

Compartir el artículo

stats