Pocas entidades ciudadanas centenarias presumen de proseguir con su actividad. El Náutico es una de ellas. Las dificultades económicas la obligaron a duros ajustes, pero supo enderezarse. Pese a todo la sombra de la deuda acumulada es alargada y pesa como una losa. El Náutico llama a las puertas de las instituciones para seguir pagándola con más flexibilidad, nada ilegal, solo fórmulas que le permitan seguir adelante haciendo posible lo que parece imposible. Es el momento de que instituciones que dicen defender los intereses colectivos lo demuestren. Porque el Náutico es más que un club, es una seña de Vigo.