Tras un lustro fatídico durante el que perdió su "gancho" y casi la mitad de su público -de los 116.600 visitantes de 2011 se desplomó en 2014 a 68.700-, el MARCO parece haber dado al fin con la clave para frenar la sangría. La apuesta por los artistas más cercanos, planteados desde una óptica original y de calidad, le ha permitido cerrar 2015 con un significativo repunte de afluencia. Las exposiciones de Seoane y Mantecón fueron un éxito y, en gran medida, atrajeron a sus salas a 14.900 nuevos visitantes.

Los responsables del recinto deberían tomar nota de lo ocurrido e incorporar ese "cóctel" de cercanía, calidad y originalidad al ADN del MARCO. Se juega mucho en ello. El desplome de visitas revela que algo no estaba funcionando bien. Cierto que la inversión pública se ha reducido, pero 2015 es la prueba de que con ideas buenas se puede lograr.