Podemos pone dos condiciones para pactar un nuevo Gobierno o los apoyos de investidura o lo que sea. Condiciones incluso para negociar que es la previa a todo acuerdo salvo imposiciones brutales. Propone la celebración de un referéndum en Cataluña para ver si se van o si se quedan y propone, asimismo, la llamada Ley 25 de emergencia social frente a los desahucios y otras calamidades y en general para proteger a los ciudadanos ante la pobreza extrema. Quieren una renta garantizada en forma de programa diferencial para todos los hogares con ingresos por debajo del umbral de la pobreza.

Iglesias enlaza expresamente en su proposición, que ya denomina Primera Respuesta a la Emergencia Social, con el artículo 25 de la Declaración de los Derechos Humanos. De ahí el guarismo. Quiere abordar legislativamente la prohibición de los desalojos forzosos sin alternativa habitacional. Pretende introducir un procedimiento simplificado de reestructuración y cancelación de las deudas hipotecarias de los hogares que se vean en una situación extrema. No dice cómo o lo indica de una forma cuasi poética.

Sobre el fondo del asunto es difícil no estar de acuerdo. Sobre las formas ya es otra cosa. Pero como enfrente no hay nada de nada, como la casta -sí, vale el término- está formada por gente insensible, por no decir desalmada, que sigue la teoría del ande yo caliente y ríase la gente, las utopías podemitas cobran fuerza aunque se consideren irrealizables.

Ofreciendo datos de Amnistía Internacional, los seguidores de Iglesias afirman que entre 2008 y 2014 se iniciaron en España 578.546 ejecuciones hipotecarias, de las cuales 25.811 terminaron en desalojo en 2013 y 28.877 en 2014. Más de 70 al día. Y sin alternativa más que el clásico puente o un portal ya que estamos en Navidad y tanto se cita Belén y el belén.

Garantías para las ayudas a la dependencia, garantías de una renta básica... garantías para no morir de hambre. Todo eso y más está en el espíritu y en la letra de Podemos si se trata de pactar un nuevo Gobierno o los apoyos de turno para que siquiera pueda existir durante unos meses. Un Gobierno, en todo caso, en permanente trance de desahucio.

El referéndum de Cataluña, también alentado, es de naturaleza muy diversa respecto a todo lo anterior. Lo primero que hay que decir es que la alcaldesa de Barcelona, una de las ciudades más importantes de Europa, es de Podemos, es la señora Ada Colau. Y en las recientísimas elecciones generales Podemos ganó en Cataluña. También ganó, por cierto, en el País Vasco donde las inclinaciones a la fuga son asimismo muy fuertes. No estamos hablando ya de aquellos perroflautas salvo que tuviésemos la orquesta de pífanos mayor del mundo, acompañada por infinitas jaurías de cánidos. No cabe pensar en tal pesadilla.

El referéndum, como la Ley 25 de emergencia social, también se apoya en la Declaración Universal de los Derechos Humanos o, mejor dicho, en los pactos internacionales de derechos humanos que no son lo mismo pero se parecen mucho. No creo que se trate de un ejercicio de estilo. Quien exige un referéndum de esa naturaleza es para separarse. Pero mientras no pase de la petición no cabe hacer juicios de intenciones.

Atención. Como se acaba de exponer, Podemos se basa, a la hora de establecer líneas rojas en cualquier negociación, en los Derechos Humanos. No se apoya precisamente en vectores antidemocráticos sino en todo lo contrario. Una reflexión final: la apelación sistemática a los Derechos Humanos es pieza clave del Nuevo Orden Mundial. A ver si el personal se va aclarando.